domingo, 31 de octubre de 2010

VERACRUZ


HISTORIA:

Tres culturas autóctonas poblaron al territorio del hoy estado de Veracruz: los huastecos, los totonacas y los olmecas, que a decir de algunos investigadores, fueron una vasta comunidad de pueblos emparentados étnica y culturalmente.
El área ocupada por los huastecos abarcaba desde el sur de Tamaulipas, parte de San Luis Potosí, Querétaro, Puebla e Hidalgo y por el sur el río Cazones. Los restos más antiguos de esta cultura se han encontrado en la zona de Pánuco.
En el centro del estado se asentó la cultura totonaca, su principal centro ceremonial fue El Tajín, mientras que la Cultura Olmeca, se asentó en la parte sur del estado, colindante con Tabasco.

Todos aquellos que disfrutan de visitar Veracruz, reciben un afectuoso trato por parte de sus habitantes conocidos como "jarochos", los cuales siempre están prestos a dar la mano y un cálido recibimiento a todo aquel que visita esta ciudad. La música tradicional son el danzón y el son, la salsa, la marimba, la Internacional Bamba, y la música de viento. Artesanos veracruzanos hacen gran variedad de figuras decorativas, utilizando como materia prima la madera, las conchas y los caracoles de mar, entre las que destacan los barcos, máscaras, veleros, collares, alhajas, pulseras y aretes. También elaboran artesanías típicas de la región como las alcancías y figuras decorativas con la corteza del coco.

Gastronomía-
Tradicionalmente afamada nacional e internacionalmente por su riqueza y variedad, la cocina Jarocha es una sabrosa síntesis de la cocina española y la costeña, su doble riqueza nace de la combinación de lo mejor de la comida tropical y lo mejor de la comida marítima, encontramos desde los antojitos típicos hasta los más exquisitos platillos de mariscos y pescados frescos en infinita variedad y toda clase de refrescantes y dulces frutas tropicales, como base de alimentación se considera el maíz, ingrediente principal en muchos de sus guisos entre los que se pueden preparar tortillas, gordas, picadas, empanadas, chilaquiles, tamales de masa y de elote, tamal de cazuela, torta de elote, entre los guisos típicos están las jaibas rellenas, el chilpachole de jaiba, pescado en escabeche, Huachinango a la Veracruzana, Pescado a la Veracruzana, sopa de mariscos, pulpos en su tinta, jaibas enchilpotladas, hueva de lisa y de naca frita, arroz a la tumbada, empanadas de camarón, gran variedad de pescados y él “vuelve a la vida”; dentro de la gastronomía veracruzana hay verduras como los quelites, verdolagas, tallos o cojollos de izote, los guajilotes, chompines, calabacitas, pipiancitos y ejotes, de igual manera la gran variedad de frutas de acuerdo a la temporada como la piña, sandía, coco, mamey, mango, nanche, papaya, uvas, limas y limones, chirimoyas, plátanos y guanábanas.

El café tomado con una canilla en el Gran Café de La Parroquia que fundado desde 1808 es un icono de la tradición veracruzana, y hay un dicho que dice: "Si vienes a Veracruz y no vienes al Café de la Parroquia a tomar un café, es como si no hubieras venido a Veracruz".
El ir a los portales, a escuchar musica desde sones jarochos, danzon, salsa, marimba, acompañado de una cerveza y un queso de hebra preparado... "si no te emborrachaste en los portales, es como si no hubieras venido a veracruz"

wikipedia

viernes, 29 de octubre de 2010

CALAVERITAS LITERARIAS


Se cuenta que hace muchos años una persona que vivía en un pueblo, cercano al Popocatépetl, en el Estado de Puebla; no creía en esta tradición .
Sus vecinos, amigos y familiares le decían que pusiera una ofrenda para su esposa que se le había muerto hacía un año. El no la puso, e incluso se burlaba de esta tradición, y dijo:
" !Qué voy a estar poniendo ofrendas! yo no voy a poner nada, e incluso , yo sí pongo algo, será solo un vaso de agua y ramas de ocote " . (El ocote es una parte del tronco del pino que tiene resina y arde con facilidad).
Y así fue, es lo que puso en su ofrenda. En la noche del 2 de Noviembre, regresaba muy de noche de trabajar en el campo. El caminaba por las calles oscuras de puebla hacia su casa, cuando al llegar a una esquina, vio a lo lejos mucha gente que iba en procesión. Todos iban muy contentos, desde adultos hasta niños. Todos llevaban comida en sus manos, flores y bebidas.
El se acerco más para poder ver que ocurría. El veía muy asombrado a toda aquella gente. Cuando de repente vio a una persona que le era conocida. Era su esposa, y vio que iba muy triste y solo llevaba en sus manos ramas de ocote.
Aquella persona se puso muy triste y regreso llorando a su casa, arrepentido de no haber puesto algo de valor en su ofrenda.
Se dice, que desde entonces, cada año, esa persona ponía ofrendas de lo más hermosas y le ponía muchísimas cosas.
Literatura-

Por otra parte, en México, en la literatura se acostumbra hacer versos para personas vivas. En los versos se adaptan de tal forma que ahí se mencionan características reales a veces falsas de esa persona viva en tono burlesco y citando siempre a la Muerte. Todas las personas lo aceptan y hasta es un honor que se les hagan este tipo de versos que son llamados: Calaveritas.
Las calaveritas, se escriben (en muchas ocasiones ) en cuartetos en forma de verso y varía mucho su longitud. Un ejemplo de calaverita es la siguiente:

Carlos era un acejotaemero que trabajaba y trabajaba
Un día la calaca, lo vio y dijo:
Ese joven yo me lo llevo para mi casa .
Carlos murió y se fue trabajar muy contento con la calaca.

Otro ejemplo de una calaverita es la siguiente, tomada del periódico "El Sol de Puebla" Año LVII No. 19276 del Miércoles 1 de Noviembre de 2000:

Ya sonaron las campanas,
de cementerios de Puebla.
Esqueletos salen con ganas
... a darle gusto a la muela.
De ofrenda tan sabrosa,
gustan la hojaldra y mole.
La calavera maldadosa...
congestionó a toda la prole.
La flaca no respeta postura,
de presidentes o ciudadanos.
Los lleva a la sepultura...
con botana de gusanos.

Este es tan solo pequeños ejemplos de estas calaveritas literarias. También en las escuelas y centros de cultura, se hacen concursos para crear calaveritas y así hacer crecer la imaginación de los mexicanos para poder crearlas. La literatura prehispánica, el tema de la muerte preocupó mucho a los poetas, como se confirma en la copiosa cantidad de versos relativos a ella.

acjm.50webs.com

jueves, 28 de octubre de 2010

DÍA DE MUERTOS


En México la tradición de Día de Muertos es muy antigua. Desde hace aproximadamente 3000 años, algunas civilizaciones indígenas como los aztecas, rendían culto a sus muertos en un festival anual que duraba alrededor de un mes. Esta celebración se llevaba a cabo en el noveno mes del calendario solar azteca, mismo que hoy correspondería a nuestro mes de agosto.
Cuando los españoles llegaron a México en el siglo XVI, los frailes evangelizadores intentaron convertir a los indios al cristianismo. Entre las tradiciones que trajeron al Nuevo Mundo se Fieles Difuntos.
De esta manera, los españoles comenzaron a festejar dichas fiestas cristianas, pero incorporando en ellas elementos de la fiesta prehispánica para festejar a los muertos. Fue así que surgieron los altares de muertos que los mexicanos del siglo XXI siguen levantando para honrar a sus difuntos. Algunos elementos indígenas presentes en las ofrendas del Día de Muertos son el copal, los platillos tradicionales como la calabaza en piloncillo, los tamales, las tortillas y las flores de cempaxochitl; por su parte, los elementos que provienen de la cultura cristiana e hispánica son las veladoras, las imágenes de santos o el pan de muerto que se incorporó cuando los españoles introdujeron el trigo en América, y el cual vino a sustituir los cráneos de seres humanos que solían exhibirse en los altares prehispánicos.

La figura más importante de los altares u ofrendas de Día de Muertos es La Catrina, un esqueleto vestido de mujer que simboliza a la muerte. Este personaje también surgió a partir del mestizaje cultural entre las tradiciones prehispánicas y las occidentales. Durante el siglo XIV las numerosas guerras y la aparición y propagación de la peste negra por toda Europa originaron una nueva cultura hacia la muerte. La presencia de la misma era una constante en la vida cotidiana y así, los seres humanos comenzaron a verla con familiaridad y cercanía. El contacto cotidiano con la muerte comenzó a manifestarse en las danzas macabras, lo mismo que en muchas pinturas. En ellas la muerte se personificaba y representaba en la figura de un esqueleto que, guadaña en mano, venía a la tierra para llevarse a todo aquel que se le pusiera enfrente, ya fuera rico o pobre, noble o plebeyo.
Los frailes que llegaron al Nuevo Mundo en el siglo XVI trajeron consigo a este personaje, mismo que se mezcló con la deidad prehispánica Mictecacíhuatl, la “Dama de la Muerte,” para dar origen a “la Catrina.” En el siglo XIX, esta singular mujer fue inmortalizada en los grabados del artista mexicano José Guadalupe Posada.
Actualmente, los mexicanos siguen la tradición de poner altares de muerto en la sala de sus casas en honor a algunos de sus difuntos más queridos. Estas ofrendas se levantan para que los parientes, los amigos y sobre todo, los propios difuntos honrados con dichos altares los visiten. Es por este motivo que el altar de muerto debe contener, entre otras cosas, la fotografía de la persona a quien se quiere recordar, los platillos y objetos que ésta disfrutó en vida, agua para calmar su sed, velas para alumbrar su camino, flores de cempaxóchitl, sal, calaveritas de azúcar, pan de muerto, alguna bebida alcohólica como aguardiente o mezcal, copal e incienso, así como algunas imágenes religiosas.
Otra tradición importante que se realiza durante esta fiesta es la de escribir versos festivos llamados “calaveritas”, en los que se describe en forma graciosa la futura muerte de algún amigo o familiar. En México, los días 1 y 2 de noviembre son días de fiesta en los que los panteones se llenan de personas que desean recordar a sus muertos. Durante dicha celebración, los mexicanos visitan a sus difuntos y les llevan flores, comida, música de mariachi y todo aquello que pudo hacerlos felices en vida. En lugares como Mixquic, muy cerca de la ciudad de México y la isla de Janitzio, en el estado de Michoacán, miles de visitantes se dan cita para disfrutar de una fiesta llena de sabor y colorido.

(tides.sfasu.edu)

miércoles, 27 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

EL PAN DE CADA DÍA

La primera noticia de venta de pan la encontramos en la ordenanza de Hernán Cortés, en 1525. Se exigía que todas las panaderías enviaran su producción a la plaza pública. Uno de los requisitos era que tuviera el peso debido y se vendiera al precio fijado por el cabildo, además de estar bien cocido y seco para que no se descompusiera.

Durante la época colonial, en las panaderías se elaboraban panes de sal, como el francés, el birote, el español y los pambazos; y de dulce, hechos de hojaldre, como campechanas, condes y banderillas estilo francés, y de ellas salían los repartidores con el pan acomodado en un gran cesto que cargaban sobre la cabeza para ofrecerlo por las calles. Más tarde comenzaron a aparecer algunos estanquillos donde expedían el pan, pero pasó mucho tiempo para que llegaran las grandes pastelerías del extranjero, como El Globo (1884) y El Molino (1930), ambas de tradición francesa. Otra de las variedades de pan era el de molde o caja, que ya se vendía en las panaderías, tanto de la ciudad de México como en diferentes estados de la República, rebanado y envuelto en el mismo expendio. Se comenzó a elaborar durante la intervención estadounidense, en 1847.

Durante el siglo XVI, el pan común para la clase baja se hacía en piezas más pequeñas, mismas que se vendían por cuartillas, tlacos y pilones. Esto último surgió para cubrir la falta de moneda fraccionaria con que se efectuaban las compras menudas y siguieron vigentes hasta el siglo XVIII.

Pan conventual-
Es importante mencionar que en el mundo conventual novohispano, la panadería tuvo un papel destacado, ya que fue base de la alimentación diaria, símbolo de caridad y consuelo para los necesitados, y también formó parte del sustento de las congregaciones religiosas. En algunos conventos del siglo XVI se encontraron restos de hornos, ya que ahí cocinaban su propio pan para agasajos y fiestas de las comunidades religiosas. En el Convento de San Jerónimo, Sor Juana Inés de la Cruz (s. XVII), realizó una trascripción de 37 recetas del libro de cocina del claustro, de las que la mitad eran de panes.
Los conventos de la Concepción y de Santa Catalina de Siena elaboraban empanadas; el de Nuestra Señora de Guadalupe y el de San Bernardo, bizcochos y tostadas. El de Santa Teresa la Nueva era especialista en marquesote de rosca. Santa Clara y Santa Mónica eran famosas por sus rosquillas de almendra y los crujientes polvorones. En Querétaro, las monjas franciscanas de Santa Rosa de Viterbo tuvieron la creatividad de elaborar las crujientes puchas, en forma de concha con sabor anís, decoradas de glasé de colores.

Pan de fiesta-
Uno de los panes más populares, a lo largo y ancho de la República, es el pan de pulque, que se elabora con una mezcla de harina de trigo, manteca vegetal, azúcar, huevos, levadura y por supuesto, el tradicional pulque, que como sabemos fue considerado bebida sagrada de los dioses aztecas. Este es un pan tan popular que no puede faltar en la mayoría de las festividades de los pueblos. Entre sus variadas formas encontramos al cartucho, llamado así por su forma triangular, y el redondo. El que tiene una costra de chocolate y copete amarillo es el bonete o picón.
Otro de los panes de fiesta es la tradicional rosca de reyes. Proveniente de una costumbre romana, en un principio era rellena de nata y se adornada con ate, pasas y nueces. Actualmente ha tenido sus variaciones y cada seis de enero se parte en los hogares mexicanos, y se come acompañada de una taza con chocolate caliente.
Dentro de este grupo también está el pan de muerto, elemento indispensable en las ofrendas del 2 de noviembre. Para esta importante fecha se elabora de diferentes formas según las regiones de México: en Chiapas se hacen turuletes, que son bizcochitos como los polvorones; en Puebla, los tlacotonales (pan redondo en forma de muñeco); en Tlaxcala, el pan totepo (redondo y pequeño), y el pan de ánimas en forma de lenguas, blanco y colorado. En Oaxaca se desborda la creatividad panadera para la celebración de muertos y se hacen en forma de caras, manos y pies de las ánimas. Éstos son llamados “regañadas”, de pasta hojaldrada, y se utilizan en la ofrenda del Valle de Oaxaca, espolvoreados de azúcar.

www.mexicodesconocido.com.

viernes, 22 de octubre de 2010

ALTAR DE MUERTOS


El Altar de Muertos es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas del día de muertos, que consiste en instalar altares domésticos en honor de los muertos de la familia.
Elementos
Para que el ritual en memoria de los difuntos se lleve a cabo es importante que la ofrenda contenga una serie de elementos y símbolos que invitan al espíritu y facilitan su viaje desde el mundo de los muertos.

Altar-
La ofrenda suele ser una gran tradición en México. Dependiendo de su tamaño se utiliza una repisa, consola, mesa o inclusive una habitación; utilizando como base cajas de madera, sillas, mesas, pacas, ladrillos, etc.

Los niveles-
Representan los estratos de la existencia, variando en cada región y la idiosincrasia
Altares de dos niveles: representan el cielo, y la tierra.
Altares de tres niveles: representan en orden descendente el cielo, el purgatorio y la tierra. También puede representar el cielo, la tierra y el inframundo, según la tradición azteca; y las tres divinas personas según la tradición católica. También representan el cielo, el purgatorio y el infierno según otras versiones.
Altares de siete niveles: representan los siete niveles para llegar al cielo, al purgatorio y a la tierra o bien al infierno, según la tradición católica.

La ofrenda depende del estado en que se coloque o municipio ya que cada uno tiene sus costumbres y modos o formas en la que se puede colocar. Los altares de 7 niveles representan los pasos que hay que dar para llegar a los 7 cielos en el entonces en que se creía que existían.

La imagen del difunto-
Se coloca una imagen, pintura o fotografía del difunto al que se honra en la parte más alta y destacada del altar. Según la religión o idiosincrasia, también se colocan los retratos de espalda y frente a ellos un espejo, para que así el difunto sólo pueda ver el reflejo de su deudo y el deudo vea el reflejo de su difunto, simbolizando la pertenecía de ambos los dos.

La cruz-
En todo el altar se colocan simbolismos referentes a la cruz, la cual es elemento agregado por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catolicismo entre los naturales y en tradición tan arraigada como era la veneración de los muertos. Una cruz se coloca en la parte superior del altar a un lado de la imagen del difunto. Se coloca una cruz pequeña de sal en el altar que sirve como medio de purificación de los espíritus, y una cruz de ceniza que le ayudará al espíritu a salir del purgatorio.

Copal e incienso-
El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y de las personas que lo utilizan, se coloca en un brasero y purifica el ambiente para los espíritus esperados. El incienso es un elemento colombino que al igual que el copal purifica y santifica el ambiente, quemándose en un incensario. Se pone en el último nivel del altar para guiar al difunto en su regreso a la tierra.

Arco-
El arco o marco adornado que se ubica en la cúspide del altar simbolizando la entrada al mundo de los muertos. Adornados también con limonarias y flores de cempasuchil. También se utiliza en algunos pueblos del norte del estado de Puebla, el arco elaborado con la llamada "rama tinaja", un carrizo local.

Papel picado-
El papel picado es una representación de la alegría festiva del día de muertos y del viento.

Velas, veladoras y cirios del altar-
Las velas, veladoras y cirios sirven como luz guía a este mundo. Por tradición se colocan velas, veladoras y cirios de color morado (símbolo de duelo) y blancas (símbolo de pureza). Cuatro cirios se colocan en alusión de los puntos cardinales.

Las veladoras-
se extienden a modo de sendero para llegar al altar. Las velas y demás veladoras se colocan sobre candeleros morados repartidas en todo el altar siempre en un número par. Las velas, veladoras y cirios con luz son la clara representación del fuego. También representan la guía del camino para el difunto para llegar a la tierra.

El agua-
El agua es de suma importancia y tiene múltiples significados. Refleja la pureza de las almas, es reflejo del ciclo continuo de la regeneración de la vida y la muerte y promesa de fertilidad en la vida y en la siembra. Se coloca un vaso de agua fresca para que el espíritu refresque sus labios y mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. A la vez se coloca un aguamanil o jícara con agua, junto a un jabón, una toalla y un espejo para el aseo personal de los muertos.

Las flores-
Las flores fungen como ornato en todo altar y sepulcro. La flor de cempasuchil es uno de los elementos más importantes de los altares, además de ornato la tradición indica que su aroma sirve de guía a los espíritus en este mundo.

Las calaveras-
Las calaveras son alusiones a la muerte que siempre esta presente. Son coloridas calaveras de azúcar, barro, chocolate y yeso con adornos de colores, de fuerte influencia barroca, gustan por su rico sabor y olor.

Comida-
Se prepara puro chocolate oscuro en la mesa principal y se coloca comida al agrado de los fallecidos, se cocinan desde días antes los platillos tradicionales como: tamales, mole, arroz, calabaza en tacha, etc. para que los muertos puedan disfrutar de su esencia. La comida no es únicamente para el alma visitante, sino para los deudos, quienes festejaran con ella y algún visitante irreconocible, por lo general algún alma que no tiene quien la recuerde.

El pan-
El pan representa la generosidad del anfitrión, y el regalo de la tierra misma. Existen múltiples variantes en su elaboración, como lo son los panes en forma de “muertitos” de Pátzcuaro y de la selva potosina y en el centro de México se acostumbra el pan de anís en forma de domo redondo, adornado con forma de huesos en alusión a la cruz y espolvoreado de azúcar.

Bebidas alcohólicas
Algunos altares contienen bebidas alcohólicas como jarritos con tequila, vasos con trago o agua que le gustaban al difunto.
Objetos personales
Los objetos personales son artículos pertenecientes en vida a los difuntos y se colocan en el altar para que el espíritu pueda recordar momentos de su vida. En el caso de que el difunto sea el espíritu de un niño suelen colocarse juguetes en el altar.

Los adornos-
Infinidad de adornos alusivos a la muerte han surgido del arte popular mexicano y se han agregado al altar de muertos. Figuras con cuadros de entierros, velorios o cementerios, o representando escenas de la vida cotidiana con esqueletos como personajes realizados en figuras de alfeñique, cartonería, madera, barro o yeso, son típicos de la fecha, así mismo como hermosos arreglos frutales o florales.
También en muchos altares se incluyen cadenas elaboradas con papel crepé, de color morado y amarillo, un eslabón de cada color, alternados. El morado representa la muerte y el amarillo la vida, por lo que con este adorno queda representada la delgada línea existente entre la vida y la muerte.

Festejo-
Comienza cuando una persona de la casa enciende las velas del altar susurrando los nombres de los difuntos, se reza pidiendo el favor de Dios para que lleguen con bien, los familiares se sientan a la mesa y comparten la comida preparada para el festín, escuchando música del agrado, se habla sobre las novedades de la familia, se recuerdan anécdotas del difunto y se pide por la intercesión del difunto a Dios.
El festejo es un reencuentro, aunque breve, feliz, con la promesa de alcanzarlos en el más allá, llegado el momento.
Al termino se apagan las veladoras y se despide a los espíritus, deseándoles buen viaje de regreso al más allá y pidiéndoles que retornen el próximo año.
Fuente(Wikipedia)

jueves, 21 de octubre de 2010

CHILES EN NOGADA


Hay diferentes versiones acerca de la aparición de este platillo en la mesa mexicana, se sabe que data de 1821, año en el cual Agustín de Iturbide firmó el Acta de Independencia de México y de los Tratados de Córdoba. Algunos cuentan que fueron las madres agustinas del Convento de Santa Mónica en Puebla las que al saber que don Agustín estaría en esa ciudad para celebrar su santo, el 28 de agosto, decidieron elaborar un platillo que recordara los colores de la bandera del Ejército Trigarante: verde, blanco y rojo, siendo justamente el mes en el que en ese estado se cosechan las nueces de Castilla y las granadas, se les ocurrió, después de mucho pensar, hacer esta maravilla de platillo.

Tomaron unos chiles poblanos, los asaron, pelaron y los limpiaron muy bien por dentro y a continuación procedieron a rellenarlos con un picadillo rico en ingredientes y sabores a base de carne de cerdo, jitomate, cebolla, ajo, frutas de la estación, nueces, almendras, piñones y diversas especias. Ya sólo faltaba, entonces, preparar la salsa con la que iban a cubrirlos, y qué mejor que hacer una muy original a base de nueces de Castilla frescas. Pusieron manos a la obra y lo primero que hicieron fue pelarlas perfectamente, quitándoles hasta el último pellejito de la delgada piel que las cubre, luego las molieron en el metate con queso fresco y un poco de azúcar; una vez bien remolida, la mezclaron con leche, le añadieron un poco de vino jerez y quedó lista: ni muy espesa ni muy aguada, con el punto perfecto para cubrir los chiles. Ahora sólo faltaba terminar el platillo. Capearon los chiles con huevo batido, los frieron, los acomodaron en sendos platones, los bañaron con la salsa y adornaron con rojos granos de granada y hojas de perejil, para lograr así los colores de la bandera.

Por otro lado, el escritor Artemio del Valle Arizpe dice que en el regimiento de don Agustín se encontraban tres soldados que tenían novias en Puebla. Ellas quisieron recibirlos con un platillo especial que debía tener los colores de su uniforme, los de la bandera trigarante. Cada una buscó el ingrediente que llevara uno de los colores y no quisieron recurrir a ningún recetario. Le rezaron a la Virgen del Rosario y a San Pascual Bailón para que las iluminara, se pusieron a cocinar y el resultado fue el que ya conocemos.

¿Cuál será la verdadera historia? Quién sabe, lo importante es que ha conservado la pureza de su receta y ya forma parte de nuestro patrimonio, conocido en todo el mundo.

Por: Laura B. de Caraza
www.mexicodesconocido.com.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LOS HOMBRES VOLADORES


VIEJOS SABIOS Y HOMBRES-PAJARO

Los orígenes de la ceremonia de los voladores se remonta a la época prehispánica. Aunque no se tiene una fecha exacta, se sabe que a la llegada de los conquistadores, sus principales cronistas consideraron esta danza como un “juego”, quizá porque originalmente el atuendo empleado consistía en trajes confeccionados con auténticas plumas de aves que representaban águilas, búhos, cuervos, guacamayas, quetzales, calandrias, etc. etc. Si bien los antecedentes de la danza no están plenamente identificados, existe una leyenda que describe el posible motivo de la ceremonia: “Hace muchos años, una fuerte sequía en la zona del señoría de Totonacapan [que comprende los límites de los actuales estado de Veracruz y Puebla] causó estragos entre los pueblos de la región y diezmó gran parte sus habitantes. Un grupo de viejos sabios encomendó a unos jóvenes castos localizar y contar el árbol más alto, recio y recto del monte, para utilizarlos en un ritual complementado con música y danza, con el fin de solicitar a los dioses su benevolencia para que les concediera lluvias generosas que devolvieran su fertilidad a la tierra. Este culto debía realizarse en la parte superior del tronco, para que las oraciones expresadas con fervor fueran escuchadas en las alturas por sus protectores.”Al parecer, el buen resultado que dio esa celebración fue acogido como un tributo que debería realizarse periódicamente, convirtiéndose en una práctica permanente, que en un principio se llevaba a cabo al inicio de la primavera, para esperar una buena fertilidad. Actualmente, las fechas varían según la región.

EL “PALO VOLADOR”
Contrariamente a lo que se piensa, la ceremonia de los voladores no inicia cuando éstos se arrojan al vacío. Hasta hace algunos años, el ritual comenzaba con la selección del “palo volador” por parte del caporal (máxima autoridad del grupo). Este se internaba en el monte en busca de un buen árbol; al ser localizado, se danzaba en torno, inclinando el cuerpo en forma de reverencia y en armonía con un son conocido como “del perdón” y se señalaba hacia los cuatro puntos cardinales con bocanadas de aguardiente. Antes de iniciar el derribe del árbol, se limpiaba el camino de la posible caída para evitar dañar la estructura; posteriormente se procedía al corte: cuando el palo se encontraba ya en el suelo se le quitaban las ramas y follaje hasta dejarlo “pelón”. El siguiente paso consistía en transportar el poste desde el monte hasta el centro de la población, empleando pequeños troncos a manera de rodillos, por donde se deslizaba y era jalado por los hombres.Quedaba prohibido pasar por encima del tronco o que mujer alguna lo tocara, ya que podría ser una augurio de mala suerte para los voladores. Al llegar al lugar donde se incrustaría el mástil de madera, se tejía a su alrededor una escalera de liana o soga que permitiera llegar a la punta. Antes de parar el poste en el pozo, se realizaba un ritual consistente en la “siembra” –colocación- de un gallo o siete pollitos vivos, los cuales eran rociados con aguardiente, además de tabaco y tamales, que en conjunto servían de ofrenda para que el poste no reclamara la vida de los danzantes. El “palo volador” se compone de: mástil, el cual se encuentra incrustado al suelo, en cuyo extremo superior soporta al tecomate (manzana o mortero), aparato giratorio y principal punto apoyo y equilibrio de los danzantes; cuadro o bastidor, en donde se apoyan los voladores que se lanzarán al vacío, sujetos únicamente por los “cables” de lazo amarrado y enrollados a los trinquetes del mástil. Actualmente se ha generalizado al empleo de postes de acero con pequeños peldaños metálicos, conservándose únicamente de madera el bastidor y el tecomate. La altura varía de un palo a otro: el que se encuentra en la explanada de la iglesia de Papantla mide aproximadamente 37 m; el localizado en Tajín tiene casi 27; y el del Museo Nacional de Antropología en el D.F. alcanza los 25 metros.

La Danza de los Voladores que la mayoría de las personas distingue como tal es prácticamente la parte final de la ceremonia. Esta etapa se inicia cuando los danzantes de dirigen al mástil en una fila ordenada y con la cabeza inclinada en signo de humildad y respeto a los dioses; al frente del grupo marcha el caporal, quien entona una melodía con su tamborcillo y flautín.Al llegar al pie del “palo volador”, realizan una serie de giros en torno a él, alternando las vueltas en una dirección y otra. Uno por uno, los cuatro voladores van subiendo por el mástil hasta llegar al bastidor; allí se colocan en cada extremo para equilibrar el peso. El último en subir es el caporal, quien al llegar a la cima se ubica de pie sobre el tecomate, y realiza una serie de saltos acompañados de un impresionante zapateado con el que pareciera querer clavar un poco más el poste. Posteriormente gira sobre su eje y señala los cuatro puntos cardinales, iniciando por el oriente para continuar con su trayectoria hacia el lado izquierdo; después se sienta sobre la base para realizar nuevamente los giros en la misma secuencia, pero ahora reposando su peso sobre la espalda sin dejar de tocar sus sencillos instrumentos musicales.
Cuando el caporal concluye la parte del ritual que le corresponde, se queda sentado sobre el tecomate interpretando un son. Los voladores, ya amarrados con una soga a la cintura y con una coordinación casi perfecta, al escuchar una nota especial en la música, inician el descenso arrojándose de espaldas al vacío con la cabeza hacia abajo, extendiendo sus brazos como las alas de un ave en pleno vuelo, donde resaltan sus penachos multicolores. Conforme descienden los giros se hacen más amplios –tradicionalmente, los giros de los cuatro voladores sumaban en total 52, correspondientes a los años del ciclo de fuego nuevo o calendario mesoamericano, en dependencia de la altura del “palo volador”. Cuando se aproximan al suelo, los voladores se incorporan para poder aterrizar con los pies: ya en el suelo los cuatro danzantes equilibran el bastidor al sujetar tensamente las cuerdas, para permitir que el caporal se deslice por uno de los extremos hasta tierra firme

Fuente: México desconocido No. 253 /

martes, 19 de octubre de 2010

TIANGUIS - MERCADOS


Vendedores ambulantes en Ciudad de México.

Los comerciantes ambulantes están presentes en muchísimas áreas de la ciudad, y han estado presentes desde hace años. En muchos casos son emprendedores independientes. Este segmento del comercio en la capital es de suma importancia, puesto que es una gran cantidad de personas contribuyendo al movimiento de productos y de la economía interna diaria. La densidad de los mercaderes en las áreas metropolitanas varía dependiendo de muchos factores, que incluyen el producto que ofrecen, si tienen una ruta establecida o si tienen algún lugar preferido "fijo" donde comerciar, o si ofrecen sus productos o servicios solamente los fines de semana. Los productos que ofrecen pueden ser de temporada.

Algunos comerciantes ambulantes son iconos seminostálgicos de la sociedad mexicana, como lo son el organillero y el merenguero. También están los negociantes que se transportan, y a su vez, transportan su producto en un carrito o en una bicicleta, quizá modificada; por ejemplo, el carrito de los camotes o el afilador de cuchillos y tijeras y el Vendedor de Tamales.

MERCADOS:

La Central de Abasto, situada en el oriente de la ciudad, es el centro de distribución de productos alimenticios más importante de México. Desde allí son surtidos muchos otros mercados de la ciudad y de algunas entidades federativas; fue construida en el siglo XX, a inicios de la década de los años '80.
Además, existen numerosos mercados en la Ciudad de México, casi uno en cada colonia, por lo que los hay de diferentes dimensiones. Algunas colonias tienen más de un mercado, especializados en alimentos, artesanías, enseres domésticos y otros productos.

Algunos de los más famosos son:

•Mercado de la Merced. Con una gran cantidad de productos agropecuarios, enseres domésticos y comerciales. Es considerado el segundo en importancia de la ciudad capital.
•Mercado de San Juan. Se puede encontrar en él una gran variedad de productos nacionales y extranjeros; es muy conocido por la venta de carnes exóticas, como la de cocodrilo y la de serpiente.
•El Mercado Sonora. Cuenta con una gran variedad de yerbas y productos empleados en la medicina alternativa y religiones afroamericanas ("médicos brujos", como se dice popularmente), además de juguetes baratos. Sobresale por la venta de animales exóticos vivos, y una variedad de artesanías mexicanas, loza de cerámica y artículos de barro.
•Mercados de Artesanías de La Ciudadela y de Buenavista, especializados, como sus nombres lo indican, en la venta de artesanías mexicanas.
•Mercado Hidalgo. Con una gran cantidad de productos para restauración y reparaciones domésticas.
•Mercado de la Lagunilla. Especializado en ropa y accesorios, lugar de visita casi obligada de muchas de las futuras quinceañeras y novias de la ciudad y algunas del interior del país.
•Mercado Jamaica. Especializado en la venta de flores (éstas las 24 horas del día), frutas y verduras.
•Mercado Nuevo San Lázaro. También conocido como "el mercado de los peces" o de Mixhiuca, por su cercanía con esa estación del metro. Está orientado a la venta de peces y fauna marina de ornato.
•Mercado de La Viga. Originalmente el centro de distribución de pescados y mariscos en la ciudad, hoy está reducido a unos cuantos locales y restaurantes. Fue sustituido por el mercado La Nueva Viga, ubicado al interior de la Central de Abasto.
•Existen numerosos mercados de alimentos, algunos de ellos famosos, como el de Coyoacán, conocido por la comida mexicana que en él se expende, o el de Mixcoac, notable por la venta de pescados y mariscos.
•Mercado Unidad Rastro. Especializado en carnes rojas, se encuentra en la delegación Venustiano Carranza y es famoso por vender cerdo, res y carnero. También se obtienen vísceras y carnes para pozole, birria y consomé.
•Mercado Abelardo L. Rodríguez. Se localiza en el Centro Histórico. Es famoso porque en su interior hay pinturas de principios del siglo XX, y la edificación es colonial. Se especializa en la venta de comida, en su mayoría frutas y aguas frutales.
•Mercado Melchor L. Múzquiz. En San Ángel. Acaba de ser remodelado.
•Mercado de Flores Cuemanco. El mercado de flores más grande de Latinoamérica; tiene una extensión de 13 hectáreas, formando parte de un área del rescate Ecológico y siendo el principal centro de acopio de plantas actualmente.

lunes, 18 de octubre de 2010

EL JARABE TAPATÍO


"Raza de bailadores de jarabe", llamó López Velarde a los mexicanos, en su maravilloso poema " La Suave Patria " y en verdad que el Jarabe Tapatío es la expresión mexicana por excelencia de la danza, superior a otros bailes populares, como la Zandunga, la Jarana, la Bamba, el Zapateado, etcétera. Parece que el Jarabe es en verdad de origen tapatío, pues todavía es en los pueblos de Jalisco en donde se baila con mayor devoción, a veces sobre tarimas de gruesa madera que tapan grandes hoyos hechos en la tierra, como caja de resonancia para el vivo taconeo de los bailadores. Estos visten generalmente los trajes de Charro y de China Poblana, en la liturgia nacional, en tal forma que el jarabe se identifica con esos personajes prototipos del mexicano de ahora y de antes.

La danza se acompaña en esos lugares con la música del Mariachi, tapatío también, que originalmente fue una orquesta compuesta de gente de arpón, guitarrón y violín, a la que a veces acompañaba un clarinete y un tamborcillo. Antes se bailaba el Jarabe cantando sones de la tierra, con dos voces acopladas, una de ellas era el falsete. El original Jarabe Tapatío era una danza de larga duración, colección de sones y bailes diversos, que independientemente entre sí fueron populares y que juntaron para formar algo así como un baile nacional, compuesto para la clásica pareja del Charro y la China Poblana. Comienza con el son de El Atole, y sigue con los de: El Carbonero, El Sombrero Ancho, El Ahualulco, La Malhora, La Guitlacocha, El Perico, Los Enanos, El Romerito, El Limoncito y otros sones, para terminar con los de El Palomo y La Diana.

Al empezar el siglo XIX, los currutacos o emperifollados de la alta sociedad mexicana, afrancesados ya un poco, bailaban las danzas europeas: el bolero, el fandango, la contradanza o bien los aires de la corte, como las pavanas, las gavotas y los minuetos, aún más antiguos; mientras que el pueblo bailaba el zapateado español, acompañando al baile con seguidillas y tonadillas mal intencionadas, que generalmente se burlaban, con picantes letras, no pocas veces licenciosas, de los bailes de los gomosos y de sus reverencias. Al sobrevenir la independencia de México, se incorporaron sones patrióticos y canciones populares, convirtiéndose el zapateado español en el Jarabe Tapatío con elementos propios.
Se puso el nombre de Jarabe al nuevo baile, porque los boticarios acostumbraban hacer un jarabe de mixturas, para muchos males, echando en unos recipientes los sobrantes de muchos otros medicamentos ya que el baile se hizo también con retazos de otras danzas y canciones.

El Jarabe se baila con diversos movimientos de los pies para cada son y la mímica correspondiente: por ejemplo, al bailar El Palomo, el nombre hace la rueda a la mujer, como el macho a la hembra, en las palomas, terminando por arrojar a los pies de la bailadora el galoneado sombrero. El Jarabe siguió siendo un baile popular, que nunca entro a los salones, en donde se siguieron bailando las danzas extranjeras: la varsoviana, la polka, la mazurka, el chotis, la danza y el vals, que trajeron a México los soldados franceses durante la invasión de mediados de siglo. El Jarabe era considerado como una danza corriente y licenciosa que empezó a bailarse en las fiestas públicas hasta imponerse.

El virrey Berenguer de Marquina, el 15 de diciembre de 1802, en un bando que
condenaba esa danza, decía dolido: " que en el mes de octubre llegó a su noticia, con gran sentimiento de su corazón, que en esta capital (la ciudad de México) y en otros lugares del reino, se iba introduciendo un baile nombrado Jarabe Gatuno, que por sus deshonestos movimientos, acciones y canto, causaba rubor aún a las personas de menos delicada conciencia ". El baile fue tomado por los Tapatíos, los que lo despojaron de sus características licenciosas, convirtiéndolo en un baile folklórico solamente, en el que se describe la lucha amorosa, el ruego y la pasión tierna del mexicano, la fuga y coquetería de la mujer, que se atraen y se rechazan hasta terminar en el entendimiento final.

.blogcindario.com



domingo, 17 de octubre de 2010

EL CORRIDO

El corrido es una forma musical y literaria popular del área cultural mestiza mexicana. Derivado a lo largo del siglo XVIII del Romance, entre otras formas populares traídas de Europa, en su forma mejor conocida consiste de:
1. Un saludo y presentación del cantor y prólogo de la historia;
2. Desarrollo de la anécdota;
3. Moraleja y despedida del cantor.
4. Debe tener de 8 silabas en adelante
Los corridos son casi de generación espontánea, creaciones ingenuas, populares de autores anónimos. Son además formas cantables. En casi todos los pueblos de México se cantan corridos al compás de las guitarras.
Hay corridos con temas amorosos, crónicas de sucesos naturales, y desde luego relatos de hechos históricos que vienen desde los días de la Independencia, hasta la conclusion de la Revolución Mexicana, pasando por los episodios conocidos con el nombre génerico de la Reforma cuando aparece la figura gigante de Benito Juárez, la exótica del Emperador Maximiliano, el perfil de los invasores franceses y el triunfo de la República.
Mediante el corrido el pueblo recoge, difunde y perpetúa las noticias que le afectan, cantándolas en verso asonantando (de ocho sílabas generalmente) con el acompañamiento de la guitarra y otros instrumentos variados.
Los ejemplares vivos más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances españoles o leyendas europeas, relativos sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas religiosos. Éstos, que incluyen (entre otros) "La Martina" y "La Delgadina", muestran las mismas pautas estilísticas básicas que la mayoría de los corridos posteriores (tiempo de 1/2 o 3/4 y composición literaria en "verso menor", es decir, versos de ocho o menos sílabas fonéticas, agrupados en estrofas de seis o menos versos).

Fue hasta la Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de la Revolución mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político, que el género prosperó y adquirió los conocidos tonos "épicos" que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres instancias antes mencionada, produciéndose el grueso de los ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios, religiosos o populares, así como sus hechos o, incluso, su "martirologio".
Con la consolidación del "Presidencialismo" (orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos, productores y traficantes de drogas; activistas de izquierda, campesinos emigrantes (sobre todo a EE. UU.).

En el área cultural mestiza mexicana, estas tres variantes del corrido (romances transculturados, corridos «revolucionarios» y los modernos) están igualmente vivas y son cantadas por igual, a la par que otros géneros populares narrativos, como la "Valona" de Michoacán, el "Son arribeño" de la Sierra Gorda (Guanajuato, Hidalgo y Querétaro) y otros. Su vitalidad y flexibilidad permiten que en la actualidad existan letras originales de corridos interpretadas en géneros musicales extranjeros, como el blues y el ska, e incluso letras no en español, como las traducidas o compuestas por las comunidades indígenas de México o por las comunidades "chicanas" en EEUU, en inglés o en "espanglish."
(wikipedia)


sábado, 16 de octubre de 2010

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO


La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España es una obra de Bernal Díaz del Castillo, que fue uno de los soldados participantes en la mayoría de las jornadas de la conquista de México en el siglo XVI.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala.
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de López de Gómara y su crónica.
Los biógrafos de Díaz del Castillo coinciden que en 1568 fue la fecha de la conclusión del manuscrito; una copia manuscrita llegó a España en 1575 (en el siglo XVI era habitual la circulación manuscrita de las obras), la cual sirvió de base a la primera edición impresa, que fue publicada póstuma en 1632. Es una obra de estilo cautivador desde las primeras líneas. Nos narra el proceso de la conquista de México de una manera ruda, aunque sencilla, ágil y directa. Cada página es un retrato pintoresco plagado de detalles. Leer su libro es transportarse al pasado y vivir al lado de un soldado todos los sucesos de la conquista: descripciones de lugares, relatos de personajes, anécdotas, críticas agudas y angustiantes relaciones de fatiga y peligros enfrentados.
Cada uno de los doscientos catorce capítulos se convierten en una vivencia para el lector. Como muestra de la sencillez de su estilo, Bernal narra un asombroso fragmento de cuando los españoles entraron por primera vez a la ciudad de México: «luego otro día partimos de Estapalapa, muy acompañados de (...) grandes caciques, íbamos por nuestra calzada adelante, la cual está ancha de ocho pasos, y va tan derecha a la ciudad de México, que me parece que no se torcía poco ni mucho, y puesto que es bien ancha toda iba llena de aquellas gentes que no cabía, unos que entraban en México y otros que salían, y los indios que nos venían a ver, (...) estaban llenas las torres y los cués [templos] y en las canoas y de todas partes de la laguna, y no era cosa de maravillar, porque jamás habían visto caballos ni hombres como nosotros».
Si estamos interesados en saber lo que comía Moctezuma, podemos recurrir a la Historia Verdadera: «en el comer, le tenían sus cocineros sobre treinta maneras de guisados, hechos a su manera y usanza y teniánlos puestos en braseros de barro chicos debajo, porque se enfriasen, y de aquello que Moctezuma había de comer guisaban más de trescientos platos (...) cotidianamente le guisaban gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de tierra, codornices, patos mansos y bravos (...) él sentado en un asentadero bajo, rico y blando, y la mesa también baja (...) allí le ponían sus manteles de mantas blancas (...) y cuatro mujeres muy hermosas y limpias le daban agua en unos xicales (...) y le daban sus toallas, y otras dos mujeres le traen el pan de tortillas».

Caída la ciudad de México-Tenochtitlan, Bernal Díaz se fue a residir a Coatzacoalcos. En 1541 (cuando se fundaba la ciudad de Valladolid, hoy Morelia) resolvió ir a Santiago de Guatemala, lugar donde murió de más de ochenta y cuatro años de edad.

(wikipedia)

viernes, 15 de octubre de 2010

INDUMENTARIA DEL PUEBLO MEXICA


El vestido o indumentaria del pueblo Mexica que como pueblo originario de lo que hoy es México fue uno de los pueblos Nahuas que habitarón en México y es tal vez de los más conocidos. Los mexicas— llamados en la historiografía occidental aztecas — fueron un pueblo indígena de filiación nahua que fundó México-Tenochtitlan y hacia el siglo XV en el periodo posclásico tardío se convirtió en el centro de uno de los Estados más extensos que conoció Mesoamérica. Asentados al principio en un islote al poniente del Lago de Texcoco, hoy prácticamente desecado, sobre el que se encuentra la actual Ciudad de México.

LA MUJER:
Los cronistas cuentan que las mujeres mexicas vestían básicamente dos prendas una falda larga llamada cueitl (llamada modernamente enredo) y una camisa larga y holgada llamada huepilli (llamada modernamente huipil o hipil).
Del cueitl se menciona que se hacía con una tela enrollada alrededor del cuerpo y no con un cono como modernamente se hace, esta se sujetaba a la cintura con un cinturón largo de tela enrollado alrededor de la cintura y que rara vez se veía.
El huepilli por su parte consistía en una camisa larga con un cuello en ve o cuadrado, esta camisa caía hasta las rodillas, era hecha con una sola tela larga cocida a los lados por lo que las mangas eran huecos en el dobles, ambas prendas eran adornadas y dependiendo del tiempo empleado era la complejidad y riqueza de estas, ya que en su mayoría eran de fabricación propia de cada mujer. Aunque por la lógica de la capacidad económica la de las pipilas era mucho más rica y elaborada con telas finas de algodón, por lo que se conoce no existía un uso reglamentado de las prendas y todas las mujeres podían llevarlo como quisieran.
Para las épocas de frio usaban una especie de chaleco de tela gruesa o piel burdamente hecha que se colocaba bajo el huepilli.

LOS HOMBRES:
Del vestido de los hombres mexicas se cuenta que vestían básicamente un taparrabo llamado maxtlatl el cual era hecho con una tela larga la cual se pasaba inicialmente entre las piernas para luego ser arroyada en la cintura, dejando tanto por detrás como por delante un pedazo de tela que ocultaba los genitales, algo similar a lo que hoy en día usan los luchadores de sumo en el Japón. Para cubrir el resto del cuerpo usaban una tela rectangular llamada tilmatli (llamada modernamente tilma) la cual se llevaba colgada como una especie de capa y que se podía llevar de tres maneras distintas.
1-Lateralmente, anudada sobre un hombro y pasada por debajo de la axila del otro brazo, la cual parece que fue la más común de todas ya que permitía tener libres ambos brazos.
2-Hacía atrás, anudada bajo el cuello como una especie de capa, esta forma era la característica de las clases gobernantes y sacerdotal.
3-Lateralmente, anudada sobre un hombro y pasada por encima del otro hombro, parece ser la menos común, ya que no permitiría el uso de ambos brazos al cubrir uno.
Su uso en general era de abrigo y no se sabe como popularmente se cree que servía para cargar cosas, entre los macehuales ambas prendas se confeccionaban con telas de fibra de maguey y no llevaban adornos, aunque si habían logrado capturar en la guerra se les permitía usar telas de algodón en sus prendas; Mientras en la clase de los pipiles las prendas eran hechas básicamente de algodón y ambos podían estar profusamente adornados con bordados, tejidos, incrustaciones de piedra, plumas o pieles, sirviendo además como distintivo social ya que su color y decorado podían corresponder con un cargo o un honor. En forma básica si el tilmatli se llevaba hasta los tobillos era indicativo de pertenecer a los pipiles o haber ganado el privilegio por sus acciones en la guerra, por esto la guardia de la ciudad si veía a una persona que no parecía tener este privilegio, le detenía y le pedía que descubriera sus pantorrillas para ver si tenía las cicatrices características del guerrero al cual se le permitía portarla de esta manera, sino era seriamente castigado con azotes; Los macehuales por su parte la portaban hasta las rodillas. En las épocas de frio al parecer se llevaba un tilmatli de tela más gruesa y mayor anchura con el cual se envolvían. Al sentarse los hombres movían al frente el tilmatli de tal forma que cubriera sus piernas como se ve en muchos códices.

Calzado:
El uso de calzado fue extraño y reservado a momentos de fiesta, ya que entre los mexicas se usaban sandalias hechas de caña de petate, el cual no dura mucho bajo el pie, se cree popularmente que existían calzados de cuero, pero la técnica de curado de la piel que conocían los mexicas era muy básica y producía cueros esponjosos que se gastaban con rapidez, por lo que de este material lo poseían los principales señores, los cuales los adornaban con plumas, laminas de oro y telas pintadas.

Adornos femeninos:
Las mujeres solían maquillarse y arreglarse modestamente, con aretes, telas o lazos de colores, algunos collares, pulseras, brazaletes y anillos en los tobillos, que dependían en riqueza con su capacidad económica, se menciona que en lugares distantes a la ciudad usaban un pañuelo sobre la cabeza, en ocasiones especiales se pintaban con colores ocre o amarillos.

Adornos masculinos:
Los hombres no solían arreglarse y si se usaban orejeras, collares, pulseras, brazaletes y tocados era debido a algún distintivo administrativo, social o guerrero, el maquillaje era una forma muy característica de los sacerdotes y los guerreros a los cuales se les distinguía; Por ejemplo, se menciona que cuando un joven capturaba por si solo se le permitía pintarse el cuerpo y las sienes de amarillo y la cara de rojo, como distintivo de su valentía.

Sacerdotes:
Para ambos tipos era su vestido rico en detalles y finos, pero se caracterizaban por vestir de acuerdo al culto que estaban dedicados, de tal manera que algunos vestían como lo haría el dios.

Infantes:
A las niñas se les vestía de pequeñas con un vestido similar a sus madres pero a su tamaño, el cual era poco adornado, para los niños se les vestía solamente con el maxtlatl o sin nada.

(Wikipedia)

jueves, 14 de octubre de 2010

DULCES MÉXICANOS

Dulces Mexicanos orgullo nacional
Desde la época prehispánica ya se preparaban algunos de los dulces que hoy se consideran representativos de México, estos estaban hechos a base de frutas con miel, semillas o especias, y gracias al aguamiel extraído del maguey, así como la melcocha obtenida del jugo de tuna concentrado y del mezquite, en combinación con otros productos como el maíz, cacao y amaranto, se originaron dulces como el pinole, chocolate y la alegría.
Conozca a continuación algunos detalles sobre la historia que guardan los dulces típicos de México, así como su origen y cómo fueron creados: La mayoría de los dulces típicos mexicanos están elaborados con frutas nativas, ya que no surgieron sino hasta después de la colonización española.
Los conventos fueron cuna de varios de los dulces tradicionales, pues en ellos las monjas combinaron las costumbres culinarias europeas e indígenas.
Gracias a la vasta producción de frutas tropicales, se preparaban postres muy sabrosos con el jugo y el azúcar de ésta.
Mientras el ingenio daba paso a extrañas y complicadas combinaciones de azúcar con leche, huevo, nueces, almendras, piñones y demás productos originarios de ambos países.
A pesar de la industrialización de los dulces, las cajetas de Celaya, los ates de Morelia, los camotes de Puebla, los mazapanes de Veracruz, las cocadas de Jalisco, los pellizcos de Colima, las charamuscas de Querétaro y Guanajuato y las trompadas de Morelos, siguen teniendo éxito porque ninguna otra golosina los han podido superar.
En México existe una tremenda diversidad de formas, colores, ingredientes, sabores y graciosos nombres como los merengues, cacahuates garapiñados, cocadas, palanquetas, pepitorias, calabazates, higos, acitrones, limones rellenos de coco rallado, gaznates.

Muchos postres mexicanos también son producto del mestizaje, por ello, tanto en España como en México, se les llama igual a los alfajores, churros, buñuelos y torrejas o torrijas; otros han variado sus nombres, por ejemplo, el membrillete de Morelia es mejor conocido en España como carne de membrillo; a las morelianas se les llama roscos de Loja, y a los borrachos, borrachuelos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

PRINCIPIOS DEL FERROCARRIL

Los inicios del ferrocarril en México se remontan a las concesiones otorgada por Maximiliano I de México y continuadas después por Benito Juárez. El antecedente original de la empresa fue creada bajo el mandato del gobierno de Porfirio Díaz, ya que bajo su gobierno de 30 años fue desarrollada la mayor parte de vías férreas que actualmente existen, de hecho solo falto la vía del Mexicano de México-Veracruz, pues el mayor interés del Gral. Díaz fue en desarrollar al país industrialmente pero tuvo un especial ahincó por el ferrocarril.
La mayoría de ferrocarriles de aquel entonces estaban administradas por empresas extranjeras y solo unas cuantas eran de origen nacional; Por ejemplo el Ferrocarril Sud-Pacifico de México estaba bajo régimen del FF.CC. estadounidense Southern Pacific y algunas vías del noreste de México eran del FF.CC. Atchison, Topeka & Santa Fe, pero según datos históricos, el secretario de hacienda de aquel tiempo José Yves Limantour informo al presidente una situación preocupante para el, pues en cualquier momento las empresas férreas extranjeras que administraban ferrocarriles en tierras mexicanas podrían querer ejercer sus derechos sobre estas, y fue creada la empresa administradora de las concesiones el día “6 de Julio del año de 1907” Ferrocarriles Nacionales de México,

La historia del ferrocarril en México comenzó en 1837, con el otorgamiento de una concesión para un ferrocarril que debía construirse entre el puerto de Veracruz en el Golfo de México y la Ciudad de México. Sin embargo, el ferrocarril no se construyó sobre la base de esa concesión.
En 1857, se le otorgó a Don Antonio Escandón el derecho de construir una línea desde el puerto de Veracruz a la Ciudad de México, siguiendo hasta el Océano Pacífico. La revolución y la inestabilidad política estancaron la financiación y construcción de la línea hasta 1864, cuando bajo el régimen del Emperador Maximiliano, la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano comenzó la construcción de la línea. La continuación de la agitación política siguió sofocando el progreso, y la fase inicial, desde Veracruz a la Ciudad de México, fue inaugurada nueve años más tarde el 1 de enero de 1873 por el Presidente Sebastián Lerdo de Tejada.
El Presidente Lerdo, y aún más su sucesor, Porfirio Díaz, alentaron el desarrollo ferroviario con concesiones generosas que incluían subvenciones públicas para la construcción de las líneas. Al comenzar la presidencia de Díaz existían un total de 416 millas de ferrovía en servicio en México. Al final de su segundo mandato en 1910 México contaba con más de 15.360 millas de ferrovía en servicio, en su mayoría construidas por inversionistas estadounidenses, británicos y franceses

martes, 12 de octubre de 2010

COSTUMBRES GASTRONÓMICAS


El Distrito Federal es tal vez el complejo gastronómico más grande del mundo. La mancha urbana no comprende solamente la capital del país, a ella se le unen territorios del Estado de México, entre ellos Ciudad Satélite y Ciudad Nezahualcóyotl, más conocidos simplemente como Satélite y Neza. Con estas grandes ciudades se forma la zona conurbada más grande del mundo, que rebasa los 22 millones de habitantes.
Los capitalinos de origen en realidad son la minoría de la gran urbe, pero esa minoría dicta el ritmo al que la ciudad se mueve y come. Los provincianos que llegan a vivir a la Ciudad de México tarde o temprano caen seducidos por las formas y costumbres alimenticias de los naturales de la capital.
Hay muchas formas de empezar el día en la Ciudad de México. Para los que trabajan y tienen que salir muy temprano de su casa, siempre habrá un lugar donde comprar algo para el desayuno: por las mañanas, desde muy temprano, casi de madrugada se instalan puestos ambulantes que venden tamales, atoles, café de olla y antojitos como los guajolotes. En algunos puestos también se vende gelatina y pan de dulce. Estos puestos se ubican principalmente en las salidas de las estaciones del metro y las paradas de autobuses concurridas, o cerca de las panaderías y de la entrada de oficinas y fábricas.
Otros capitalinos toman simplemente un vaso grande de jugo de naranja, betabel o zanahoria o un licuado de leche: el de fresa y el de mamey son muy populares y se venden en las jugerías callejeras que se encuentran por toda la ciudad. En esta categoría están los puestos que venden cocteles de frutas con miel o granola. No se puede olvidar las loncherías, especializadas en vender tostadas, tacos fritos y tortas.
Aún otra forma muy popular de desayunar son las quesadillas, que en ninguna parte del país son tan variadas como en la Ciudad de México. La quesadilla típica es la de comal, aunque también son muy buscadas las quesadillas fritas. Los tacos sudados , de canasta y de carne asada son grandes favoritos, además de ser económicos.
Los cafés de chinos son especiales para tomar café con leche, huevos preparados de cualquier manera, chilaquiles y especialmente pan de dulce.
Para los capitalinos con más tiempo y tal vez con más recursos económicos, el día puede empezar en una cafetería en la que sirven desayunos de paquete con platos a base de huevo o chilaquiles. Los de altos recursos económicos asisten a restaurantes de lujo que sirven desayunos similares, aunque mejor presentados y preparados. Otros acuden a los mercados a comer barbacoa, consomé, tacos de carnitas o gorditas. También para el almuerzo se acostumbran caldos de gallina y de pollo sopa de médula y pancita.
Todavía no da la una de la tarde y ya empieza la gente a llegar a las fondas. Entonces comienza la comida del mediodía, que es el alimento más importante de la jornada. Las fondas se encargan de dar a comer a quienes sólo cuentan con una o dos horas para alimentarse; su especialidad es la comida corrida. En los restaurantes la comida empieza con una cuba, un whisky con agua mineral o refresco de cola, una cerveza o un tequila. El contenido de la comida varía según el gusto del comensal, quién elige su propio menú. Aunque el restaurante sea de comida japonesa, italiana, china o francesa cada establecimiento tiene salsa picante o chiles toreados para satisfacer a su clientela que gusta del picante.
La comida en las cantinas es un verdadero paraíso de los amantes de la cocina mexicana, pues en ella se sirve todo tipo de botanas. Afuera de los restaurantes de comida típica, cantinas y coctelerías suele haber un vendedor de dulces, pues mucha gente no come postre y se espera a comprar un higo, acitrón, limones rellenos de coco, pepitorias, obleas o chilacayote confitado.
Las cenas tradicionales caseras consisten en algún alimento derivado de la comida del mediodía, algún antojito o chilaquiles. Una de las formas de terminar el día es con café y pan de dulce. Afuera de las panaderías se venden esquites, elotes, tamales, sopes y quesadillas. Por las noches se escucha asimismo el ruido melancólico que deja escapar el vapor del carrito de camotes asados.

lunes, 11 de octubre de 2010

LOS PRIMEROS TRANVÍAS


Los tranvías de mulitas en la Ciudad de México...
El antecedente de toda la red de tranvías eléctricos del Distrito Federal, fueron los tranvías cuya fuerza de tracción eran las mulitas que los jalaban. Al igual que los barcos de vapor del Canal de La Viga, alrededor del año 1850 se dieron las primeras concesiones, tanto para los tranvías de mulitas como para los ferrocarriles de vapor.
Para 1883 ya existía la Compañía de Ferrocarriles y Tranvías y había rutas de ferrocarril de vapor a Tacubaya, Mixcoac, Tlalpan y también a Tlanepantla y Chalco.
Para los trayectos más cortos los tranvías de mulitas, como se aprecian en las fotos que siguen, tenían su terminal en pleno Zócalo y de allí se distribuían a distintos rumbos y barrios de la ciudad.
En el mismo Zócalo, que entonces solía llamarse Plaza de Armas y enfrente del llamado Portal de Mercaderes, estaban los sitios de los carruajes de alquiler los cuales eran tanto de "bandera roja" como de "bandera azul". Sobre la acera del Zócalo existió la estación terminal y las vías correspondientes a los tranvías de tracción animal.
México progresaba y para 1890 ya había una red de 175 kilómetros de vías, tanto para el ferrocarril como para los tranvías de mulitas, había 55 locomotoras de vapor, 600 carros de pasajeros y 80 de carga y 300 tranvías de mulitas arrastrados por 3000 mulas y caballos.
El costo del pasaje oscilaba entre 6 centavos y 31 centavos de acuerdo con la distancia.
El 5 de marzo de 1896 el gobierno autorizó la electrificación del sistema de tranvías y para el año de 1898 se iniciaron las obras de cambio de vías y construcción de las redes eléctricas de corriente directa para dar servicio a la primera línea que correría desde Plaza de Armas hasta Tacubaya. También se construyeron los Talleres y las Plantas Generadoras de Indianilla de lo que se denominó a partir de entonces la Compañía Limitada de Tranvías Eléctricos.
Para el 15 de enero de 1900, con bombo y platillo, los primeros tranvías eléctricos que circularon en la Ciudad de México a partir de 1900, todos ellos fueron, durante esa primera etapa, de la marca Brill y tenían capacidad para 24 y 36 pasajeros sentados. Los de 24 pasajeros tenían 6 ventanillas a cada lado y los de 36 tenían 9 ventanillas. Estos vehículos fueron ensamblados en México, dentro de los Talleres y Deposito de Indianilla, que fueron construidos con ese fin desde 1898.
(www.mexicomaxico.org)

sábado, 9 de octubre de 2010

EL DÍA DE MUERTOS

El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana.
Para los antiguos mexicanos, la Muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.
De esta forma, las direcciones que podrían tomar los muertos son:

El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas, para germinar.

El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el Omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas. Para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.

El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.
Por su parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.
Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.
Las fechas en honor de los muertos son y eran muy importantes, tanto, que les dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco, se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitontli o fiesta de los muertitos, alrededor del 16 de julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días.
Desde antes de la llegada de los españoles, antes que se impusiera la religión católica en México, muchas de las culturas prehispánicas ya tenían la creencia de una vida después de la muerte. Por ejemplo, de acuerdo a Luis Ramos, en su libro “Culturas Clásicas Prehispánicas” en la cultura maya, cuando una persona moría, su alma iba al “inframundo” (conocido por ellos como Xibalbá). Según sus creencias, para llegar a este lugar, las almas debían de cruzar un río con la ayuda de un xoloitzcuintle (raza de perro); es por eso que dentro de los ritos funerarios de los mayas se encontraba el de enterrar a un perro de esta raza junto con la persona fallecida, de lo contrario, correría el riesgo de no llegar a Xibalbá y quedarse en el camino. Después, esta creencia se vio reafirmada con la introducción a la cultura de la religión católica; de acuerdo a la religión católica (religión predominante en México) existe la idea de un cielo y un infierno a donde las almas se dirigen cuando uno muere (dependiendo de su comportamiento en vida), es decir, la creencia de una vida después de la muerte.
(wikipedia)

viernes, 8 de octubre de 2010

PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO DE MÉXICO





El Distrito Federal cuenta con un patrimonio arquitectónico cuya antigüedad se remonta a la época prehispánica. Existen en la entidad numerosos testimonios de la ocupación milenaria del Valle de México, como la pirámide de Cuicuilco al sur de la ciudad; la pirámide del Fuego Nuevo y los recientes descubrimientos arqueológicos en el Cerro de la Estrella; los restos del Templo Mayor de Tenochtitlan a un costado de la Catedral; y la emblemática Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Durante la época colonial, en la Ciudad de México y varios pueblos localizados en las inmediaciones de los lagos del Anáhuac fueron construidas numerosas construcciones que hoy forman parte del patrimonio material de la nación mexicana, y son protegidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Sólo en el Centro Histórico existen 1.436 edificios históricos repartidos en 9 km² de superficie. La gran cantidad de suntuosas construcciones que poseyó la capital durante la época virreinal valieron que Alejandro de Humboldt le llamara Ciudad de los Palacios. En 1987, la Unesco inscribió el Centro Histórico y Xochimilco en la lista del Patrimonio de la Humanidad. Entre los edificios más notables de la época colonial hay que señalar a la Catedral, el Palacio Nacional y la Casa de los Azulejos en el primer cuadro de la ciudad; en Chapultepec, el Castillo que actualmente aloja al Museo Nacional de Historia; en Xochimilco destaca su Catedral, y en Coyoacán, el edificio del Ayuntamiento.
Hasta antes del Porfiriato, fueron muy pocas las construcciones públicas que se agregaron al patrimonio capitalino. Algunas de ellas, como el mercado de El Parián —localizado en el mismísimo Zócalo— fueron derribadas por ser consideradas obsoletas. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, el Distrito Federal fue dotado de nuevos edificios que enriquecen el paisaje urbano de la ciudad, como el caso del Palacio Postal o el Palacio de Bellas Artes —aunque éste no fue concluido sino hasta después del triunfo de la Revolución—. En las orillas de la capital, la clase media construyó las afrancesadas colonias Roma y Santa María la Ribera, consideradas joyas de la arquitectura del Distrito Federal que conservan y rescatan sus habitantes. No corrió con la misma suerte el Manicomio de La Castañeda (Mixcoac), que fue derruido en 1968 para ser olvidado casi por completo.

jueves, 7 de octubre de 2010

PRIMERA BASILICA DE GUADALUPE


Primera basílica dedicada a la Vírgen de Guadalupe, fue edificada por el arquitecto Pedro de Arrieta. Comenzando su construcción en marzo de 1695, y en 1709 abrió sus puertas el día 1 de mayo,con un solemne novenario que se llevó a cabo en las instalaciones con la finalidad de ser un recinto dedicado a la veneración de la Virgen de Guadalupe. En 1749 recibió el título de colegiata, es decir, que sin ser catedral, posee su propio cabildo. Su portada es exenta y simula un biombo, las cuatro torres octagonales de sus esquinas (coronadas con talavera amarilla con cenefa azul, lo mismo que la cúpula del crucero) tenían un significado asociado a la Nueva Jerusalén, la Jerusalén de oro, mencionada en el Apocalipsis .

En el año de 1895 con motivo de la Solemne Coronación Pontificia, el edificio sufrió una gran reforma de conservación, pues la estructura que estaba dañada debido al paso del tiempo y la construcción del Convento de Capuchinas a un costado, mismo que aún existe. Entre las reformas se contempló el desplazamiento de la sillería del coro de canónigos y la colocación del altar de mármol de Carrara, acompañado de un baldaquino de columnas de granito escocés con esculturas de arcángeles de bronce.

En 1904 es elevada a Basílica. En tiempos de la guerra Cristera hicieron estallar una bomba en el altar mayor, la bomba fue ocultada dentro de un arreglo floral colocado en el altar mayor de la Basílica, alrededor de las 10:30 de la mañana estalló causando daños a las escalinatas del altar y algunos daños más en los vitrales, al Sagrado original no le pasó nada solamente a un crucifijo, el cual sólo se dobló, se dice, que evitó que le pasara algo al sagrado original, originando después; que el altar fuera arreglado colocando la imagen un metro más alto.
Pero en 1931 debido a las fiestas del cuarto centenario de las apariciones de Santa María de Guadalupe a Juan Diego el templo sufre una última reforma de ampliación mandando el altar de mármol de Carrara hacía atrás y ampliando la zona de la feligresía.
Para mediados del siglo XX, el edificio sufría de gran deterioro estructural, y hundimiento desproporcionado, que obligó su cierre y la construcción de un templo más grande. Trasladándose el ayate original el 12 de Octubre de 1976, en medio de una gran fiesta por ese motivo.

En 1979 inician el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), Conaculta y la Conferencia del Episcopado Mexicano, un proyecto de restauración para evitar la pérdida del edificio. Este proyecto al igual que el proyecto de recuperación de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y el de la Torre de Pisa en Italia consiste en evitar la caída de edificios con estructuras pesadas contraídos sobre suelos blandos que sufren de hundimiento no uniforme, levantando lentamente la estructura con gatos hidráulicos y posteriormente sustituyendo el suelo blando con pilotes de concreto. Aunque aún no se termina este proyecto de recuperación su primer (y principal) etapa concluyó en el año 2000. La basílica fue reabierta a los visitantes en el año 2000 con la denominación de Templo Expiatorio a Cristo Rey.

miércoles, 6 de octubre de 2010

LA MÚSICA EN MÉXICO


EL MARIACHI

Los grupos de mariachi o mariachis son conjuntos musicales típicos de México, originarios de Jalisco. Su música y vestimenta tiene fama en todo el mundo. Aún representando una de las muchas facetas regionales de la música mexicana, el mariachi se ha extendido como símbolo de la cultura mexicana.
El mariachi, es un grupo musical conformado generalmente por un número entre 7 a 12 integrantes pero no existe un límite para el máximo. Los instrumentos indispensables son la vihuela, guitarra, guitarrón, violines y trompetas, aunque en ocasiones se le añaden flauta y arpa, y en el extranjero incluso el acordeón.
Interpretaban originalmente sones de Jalisco y del occidente de México pero desde la década de 1930 incluyeron en su repertorio rancheras, corridos, huapangos, sones jarochos y valses mexicanos es decir música tradicional y regional mexicana. Posteriormente se adaptó el bolero constituyendo el Bolero Ranchero y en la actualidad interpretan éxitos de cantantes de moda y en ocasiones hasta baladas y cumbias, ya fuera totalmente del contexto musical vernáculo. Los primeros conjuntos de mariachi vistieron atuendos cotidianos de los campesinos de los estados de Colima, Nayarit y Jalisco. Sus atavíos eran hechos de manta de algodón y usaban un sombrero de paja de trigo o de palma. A principios del siglo XX, tal como venían haciendo los integrantes de las orquestas típicas, los mariachis comenzaron a presentarse con el traje de charro, añadiendo colores y ornamentos distintos a los originales del traje charro.

SON JAROCHO


El Son Jarocho es la expresión musical propia de la cultura jarocha (en el estado de Veracruz). Se practica esencialmente en la fiesta tradicional de los jarochos llamada fandango jarocho donde se combina con la danza zapateada y la poesía cantada. Esta expresión artística también es ampliamente practicada por ejecutantes que no son de origen jarocho. La música tienen un ritmo armónico, generalmente sesquiáltero, con síncopas y contratiempos, la lírica tiene coplas cambiantes llamadas "versos" y la danza se basa en el zapateado con algún carácter similar en algunas regiones de México.
Nombre y origen del son.
El adjetivo jarocho señala su pertenencia a la cultura veracruzana. El sustantivo son designaba a principios del siglo XIX a cualquiera de los sonecitos del país que incorporaban baile en el evento popular y contenía rasgos estilísticos mestizos.
Su origen se remonta a la época colonial, donde se mezclaron elementos españoles, e indígenas. Existen registros de que se acostumbraba a principios del siglo XIX desde la Cuenca del Rio Nautla en el Estado de Veracruz hasta Huimanguillo, hoy estado de Tabasco, asimismo en Córdoba, cuenca del Papaloapan, cuenca del Coatzacoalcos, Los Tuxtlas, los llanos de San Juan del Estado de Veracruz, en la localidad de chacalapa y en la parte norte de Oaxaca (Tuxtepec, Loma Bonita, Cosolapa, Acatlàn de Pérez) México. Hoy en día esta expresión es conocida en todo el país.

HUAPANGO TÍPICO (son huasteco)


El huapango es un género que también se conoce con el término son huasteco. En un principio existía la diferenciación entre los términos, siendo los huapangos las canciones con letra fija y los sones huastecos las piezas para trovar, para echar versos. Se toca en las regiones de Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, entre otros.
El origen del huapango se remonta al siglo XVII, y es producto de la fusión de las tradiciones musicales de los indígenas nativos del lugar con la instrumentación propia de los europeos. En el caso del huapango, estas influencias se observan en la instrumentación, la rítmica de 6 por 8, el canto con falsete y el zapateado sobre tarima que juega un papel importante en la composición musical del género.

MÚSYCA PLANECA.

La música planeca o música de arpa grande es una expresión de la cultura michoacana en México que combina la música, la danza y la poesía popular. Su ritmo es armónico, generalmente sesquiáltero, con contratiempos.
El conjunto planeco o de arpa grande se compone arpa grande de 30 cuerdas, dos violines, vihuela, y guitarra de golpe. Se usa el tamboreo sobre la caja del arpa. Fuertemente emparentado con el jarabe jalisciense, puede incluir guitarrón, tololoche (los cuales actualmente suplen a menudo al arpa) o incluso guitarra sexta. También está relacionado con el son calentano.Su repertorio comprende el gusto, el son, la valona y el jarabe.

BANDAS DE VIENTO DE MÉXICO.


Las bandas de viento de México son ensambles musicales en que se ejecutan instrumentos de viento, en su mayoría metales, y percusión. La Banda esta un tipo de Polka desde Mexico.
Su historia en México data desde mediados del siglo XIX con la llegada de instrumentos de metal de pistones, cuando las comunidades trataron de imitar las bandas militares. Las primeras bandas se formaron en el sur y centro de México. En cada poblado de los distintos territorios hay cierto tipo de banda o combo de vientos, ya sea tradicionales, particulares o municipales. El tamborazo zacatecano es un ejemplo.

BANDAS DEL CENTRO, SUR Y OTRAS REGIONES.

Existen instrumentos de viento de metal en el estado de Oaxaca que datan de 1850. El repertorio de las bandas de Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán cubrían gusto, son, vinuet, piezas y marchas fúnebres, danzon, vals, corrido, pasos dobles, marchas, polkas, rancheras, alabanzas and foxes.
La banda de vientos que toca jaranas yucatecas usa los siguientes instrumentos: clarinete, saxofón tenor, saxofón barítono, trompeta, trombón, timbal, tambor redoblante, bombo, platillos, güiro.
La banda de vientos oaxaqueña utiliza gran cantidad de saxofones y clarinetes, menor cantidad de trompetas y trombones de vara, y el bombo y los platillos se tocan aparte.
Una de las bandas más antiguas registradas en México es la Banda Tlayacapan del estado de Morelos que fue fundada apróximadamente en 1870, siendo una de las primeras en interpretar la danza del Chinelo.

BANDA SINALOENSE, O DE TAMBORA

La banda o tambora sinaloense, que que ha influenciado a provincias aledañas como Sonora, Nayarit, Jalisco. Las primeras bandas sinaloenses se formaron por gente que desertaba de las bandas militares y municipales y se iba a vivir a los pueblos serranos, donde retomaban las melodías populares. El primer divulgador de la Banda sinaloense fue Luis Pérez Meza. Se conservan grabaciones realizadas con Los Sirolas, Los Guamuchileños y otras bandas, entre las que destaca la Banda La Costeña de don Ramón López Alvarado, que lo acompaña en once discos de acetato de larga duración.

CHILENA (género musical)

La chilena es un género musical mexicano de la región de la Costa Chica, zona limítrofe entre los estados mexicanos del sur de Guerrero y Oaxaca, aunque su influencia se extiende a otras regiones cercanas del país. Su nombre es precisamente tomado de algunas importantes tradiciones musicales sudamericanas que llegaron por medio de quienes migraban desde Chile y Perú, pasando por los puertos de Acapulco,
Guerrero; Puerto Ángel, Huatulco y Puerto Minizo, Oaxaca, en el auge de la Fiebre del oro de California.

JARANA YUCATECA.

La jarana yucateca es un baile y una forma musical originarios de la Península de Yucatán, México. Jarana según el diccionario quiere decir jolgorio, bullicio, diversión ruidosa de la gente del pueblo. En la época de la colonia, durante los siglos XVII y XVIII, en la Península de Yucatán, los españoles y los criollos solían decir despectivamente cuando empezaban las fiestas populares, "ya empezó la jarana". El pueblo indígena entendió esto como si se refirieran a la música que se tocaba durante las festividades y atribuyó el nombre como genérico a los sones que se interpretaban. Fue así que el baile regional de Yucatán adoptó el nombre de Jarana.
La jarana se baila en las vaquerías que son fiestas originalmente asociadas con el proceso de marcar el ganado y que ahora están relacionadas también a motivos religiosos en los pueblos de Yucatán. En la actualidad la jarana se ha convertido en el baile emblemático de la región y su perfeccionamiento y representación, se ha vuelto tema académico y es utilizado para mostrar a los visitantes en general las habilidades de los habitantes y los vestidos típicos del país. En la ciudad de Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, por ejemplo, se cuenta con un gran número de grupos especializados en el baile de la Jarana.

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