"INTENTO RECOPILAR LOS LUGARES DEL MÉXICO EN QUE VIVIERON LOS ABUELOS Y DONDE NACIERON TODOS SUS HIJOS. UN PEQUEÑO HOMENAJE, A AQUÉL GÜAJE QUE EMBARCO CON TAN SOLO CATORCE AÑOS"
jueves, 30 de junio de 2011
VILLA DE GUADALUPE
En pleno siglo XXI, la Basílica de Guadalupe sigue siendo un santuario de suma importancia en México: la “Villa” es un espacio privilegiado donde conviven íntimamente el presente y el pasado, lo devoto y lo profano, la dicha y el dolor.
Biblioteca Lorenzo Boturini
En el quinto piso de la nueva basílica se encuentra esta amplia biblioteca que mide alrededor de 386 metros cuadrados y se especializa en la historia de la Virgen de Guadalupe. Es la más completa en su género y alberga cerca de 23 mil volúmenes, incluyendo el archivo histórico y musical.
El 90 por ciento de los cientos de libros están escritos en español, mientras que el otro nueve por ciento restante en inglés.
Se inauguró en 1942 en la antigua basílica, con un total de 1192 libros, cantidad que, con el paso de los años, se ha incrementado gracias al esfuerzo de sus encargados.
Capilla del Cerrito-
Para conmemorar las tres apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Dieg, se construyó esta capilla en el cerro del Tepeyac. En ella se encuentran seis pinturas murales de Fernando Leal –uno de los pioneros del mundo muralista mexicano- tituladas “La leyenda guadalupana”.
Los murales representan: El bautizo de Juan Diego y la evangelización; la primera aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego; la visita de Juan Diego al obispo Zumárraga; la aparición de la Virgen a Juan Bernardino; la cuarta aparición de la Virgen a Juan Diego, donde le acomoda las rosas; y la aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe en la tilma de Juan Diego.
Actualmente esos murales, realizados entre 1945 y 1950, se encuentran muy deteriorados, ya que la humedad los estás consumiendo; uno de los más afectados es “El milagro de las rosas”.
Carillón Guadalupano-
El 21 de septiembre de 1991 se inauguró en el atrio de la Basílica de Guadalupe un campanario moderno e innovador, de 23 metros de altura y 20 metros de ancho, que posee cuatro diferentes relojes: astronómico, solar, tiempo actual y calendario azteca. Pero la principal característica que lo hace especial no es tanto su atrevido diseño, ni su origen semiholandés, sino el centenar de melodías programadas que puede ejecutar por medio de sus 48 campanas, dispuestas, 19 de ellas, en forma circular.
El ambiente religioso y festivo del gran atrio de la basílica se enriquece cada hora con los himnos religiosos, Ave Marías y canciones de Cri-Cri, entre otros muchos temas musicales que recuerdan la innata alegría del pueblo mexicano.
Convento de Capuchinas-
El 3 de octubre de 1782 el arzobispo de México, monseñor Núñez de Haro y Peralta, puso la primera piedra de este monasterio, un sueño cumplido de la religiosa sor María Ana de San Juan Nepomuceno, quien fue la principal promotora del convento de Capuchinas en la Villa de Guadalupe.
La construcción fue terminada el 13 de octubre de 1787, y a ella se trasladaron cinco religiosas del convento de México. Para el 26 de febrero de 1863 las religiosas capuchinas fueron exclaustradas y el convento se convirtió en cuartel en 1867.
Durante la ejecución de las obras de embellecimiento de la Colegiata, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue trasladada a la capilla del convento de Capuchinas, en 1888.
En dicha capilla ha permanecido la imagen original de la Virgen de Guadalupe en tres ocasiones distintas, por trabajos de remodelación o por restauración de la Colegiata.
El convento, adosado a la capilla antigua, se ha ido hundiendo durante sus dos siglos de vida, hasta llegar a un desnivel de 3.50 metros por el lado oriental; fue por eso que se llevaron a cabo obras de nivelación, concluidas en forma exitosa en junio de 1994.
Capilla de Pocito-
Al pie del Tepeyac, en la falda oriental, brota un pequeño manantial de aguas turbias y gaseosas, del cual se ignora la fecha en que emergió, aunque ya era mencionado en 1578.
Se dice que esta fuente indica uno de los sitios en que se le apareció a la Virgen a Juan Diego, además de que se le atribuyen propiedades curativas, lo cual impulsó al devoto bachiller Luis Lasso de la Vega a construir –a mediados del siglo XVII- una pequeña ermita que lo cubriera.
En 1777 se comenzó a construir la capilla actual, que se concluyó en 1791.
De la Capilla del Pocito se afirma que es uno de los ejemplos más ricos del barroco mexicano, además de una de las obras arquitectónicas de mayor originalidad en el país. Su planta consiste en un cuerpo elípticos central al cual se adosan otros dos de dimensiones menores. La parte mayor forma lo que es propiamente la capilla; las otras dos están destinadas, una para cubrir el manantial, y la otra para la sacristía. El altar principal de la iglesia ostenta una copia de la Guadalupana y está rodeado por cuatro óleos que se refieren a las apariciones de la Virgen, uno de ellos firmado por Miguel Cabrera.
Resultan notables el confesionario y el púlpito, sostenido por una figura que representa a Juan Diego.
El Pocito está circundado por una reja de hierro forjado cerrada por su parte superior; actualmente la reja apenas se percibe, pues está semihundida en el brocal forrado de azulejos que la delimita.
La Ofrenda-
Un magnífico grupo de piedra y bronce con dieciséis figuras de tamaño colosal que representan el homenaje del pueblo a María, donde se nota a un guerrero ofreciendo sus armas; los hombres sus herramientas de caza y trabajo; el agricultor da sus flores y sus frutos. El comerciante ofrenda plumas de quetzal; la madre, a sus hijos; todos con expresión agradecida y entregada.
En lo más alto del espléndido grupo se eleva la figura de la Virgen, quién recibe la ofrenda de quienes la aman, por eso en esta ocasión tiene las manos abiertas, en signo de aceptación.
Desde lo alto de las rocas que enmarcan el conjunto, brotan dos cascadas, símbolo de las razas indígena y española que bajan enérgicamente para fusionarse en forma apacible ante los pies de la Virgen, quien ha sido llamada “forjadora de la patria mexicana”.
Museo de la Basílica de Guadalupe-
Se localiza en la parte posterior de la basílica antigua, en áreas que fueron destinadas para ese fin desde su origen. Fue fundado por monseñor Feliciano Cortés y Mora, vigésimo Abad de Guadalupe, e inaugurado el 12 de octubre de 1941, con el nombre de “Tesoro Artístico de la Basílica de Guadalupe”.
Su acervo está constituido por pinturas, esculturas, textiles, grabados, muebles, porcelanas, orfebrería, exvotos, etcétera, del periodo novohispano mexicano de los siglos XIX y XX, sobresaliendo en cantidad y por vocación natural lo relacionado con el tema guadalupano.
Panteón del Tepeyac-
Fue catalogado como monumento nacional desde 1992. En 1865 fue inaugurado una segunda vez por el canónigo Juan María García Quintana y Roda en 1865. El sitio alcanza su mayor esplendor a finales de ese siglo con la llegada de artistas europeos como Adolfo Ponzanelli, Césare Volpi, E. Panini, Enrique Alceati, U. Luisa y E. Pellini Milano; incluso se importaron esculturas de Italia y Francia que embellecieron la vista del cementerio, y se establecieron en México importantes marmolerías. Entre los personajes que yacen en este lugar se encuentra el filántropo Gabriel Mancera, el opositor del porfirismo Florentino Mata: el doctor de cabecera de Benito Juárez, Rafael Lucio; el arquitecto español Lorenzo de la Hidalga; don Manuel Orozco y Berra, autor de la Historia Antigua y de la Conquista de México; y el ex presidente Antonio López de Santa Anna.
La Nueva Basílica-
Hacia los años sesenta, se organizó un proyecto para construir una nueva basílica cuya arquitectura siguiera los lineamientos del Concilio Vaticano II.
La primera piedra se bendijo y fue colocada el 12 de diciembre de 1974 y así se inició la obra, bajo la dirección de los arquitectos Javier García Lascuráin y Alejandro Shoenfer; dos años después, en un tiempo récord, el 12 de octubre de 1976 la sagrada imagen fue trasladada con gran solemnidad a su nueva casa.
La nueva basílica se proyectó sin columnas, con la idea de que los fieles tuvieran una visibilidad completa; su planta circular mide 100 metros de diámetro y cuenta con un espacio organizado en forma de abanico que rodea al altar, con un cupo aproximado de 10,500 personas, de las cuales 5,200 pueden estar sentadas. Cuenta con siete enormes puertas que reciben al peregrino procedente del atrio y que permite ver a la sagrada imagen también desde el exterior. Por otro lado, el nuevo edificio da la oportunidad de estar cerca de la Virgen desde unas bandas móviles colocadas bajo la imagen y por las cuales pueden circulas los peregrinos.
mexicodesconocido
Muy interesante y desconocido para mi.
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