"INTENTO RECOPILAR LOS LUGARES DEL MÉXICO EN QUE VIVIERON LOS ABUELOS Y DONDE NACIERON TODOS SUS HIJOS. UN PEQUEÑO HOMENAJE, A AQUÉL GÜAJE QUE EMBARCO CON TAN SOLO CATORCE AÑOS"
domingo, 3 de febrero de 2013
BENDICION DE LOS ANIMALES EN TAXCO-GERRERO
Por: Arturo Lara.
Este Pueblo Mágico ofrece la posibilidad de presenciar un festejo que encuentra sus raíces en los ritos prehispánicos, los cuales serían retomados, más tarde, en la época colonial. ¡Vívelo sólo en enero!
En cualquier fiesta es común observar trajes, corbatas, vestidos y disfraces, sin embargo, cuando los invitados especiales de la celebración forman parte del reino animal, todo se convierte en una extraña pero divertida experiencia.
La extraña cita es en la iglesia de Santa Prisca, que por sí misma es ya un regalo a la vista. Situada en el estado de Guerrero, a 62 kilómetros de Cuernavaca, Morelos; y a 35 kilómetros de Iguala, Guerrero, esta edificación, construida durante la segunda mitad del siglo XVIII, es considerada uno de los ejemplos más hermosos del barroco mexicano. Y es precisamente en el atrio de este templo donde, desde hace 15 años, cada 17 de enero se celebra el día de San Antonio Abad, protector de los animales. Según la tradición, se puede llevar toda clase de animal, doméstico o de granja, junto a las rejas de la iglesia para recibir la bendición. Pero, actualmente, esto va más allá.
Un traje gris a rayas, corbata azul y una guitarra rotulada con el nombre de una canción llamada Lupita, es un atuendo difícil de apreciar cuando es una paloma quien lo porta. Y aunque a la distancia parece estar disecada, de pronto, el ave gira el cuello y con un cerrar de ojos, desmiente a los incrédulos. Es ahí cuando la dueña, orgullosa, enciende el interruptor del pequeño instrumento que hace sonar la melodía. Un perro alado, simulando un ángel, y su contraparte es en un verdugo canino, encapuchado y vestido de negro. Un par de gallinas con el típico traje jarocho y hasta un par de pollitos con su puesto de quesadillas revelan que la creatividad no tiene límites. ¡Nuestros ojos no creían lo que veían! Mientras la gente intenta llegar a la entrada de la iglesia para observar de cerca la bendición a los animales, el sacerdote rezaba, rociando el agua bendita, que los asistentes trataban de alcanzar entre ladridos, graznidos y uno que otro cacarear.
Fuente visitada. mexicodesconocido.com.
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