(La leyenda de la Llorona nace donde hoy se encuentra la Ciudad de México).
Existen dos versiones conocidas.
La primera es la más conocida y difundida en México:
Existió una mujer indígena —criolla en algunas versiones— que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre en forma devota. Cuando la joven comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba, quizás por temor a lo que dirán. Un tiempo después, el hombre dejó a la joven y se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río o apuñalándolos, según la versión. Luego se suicida porque no soporta la culpa. Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde esto ocurrió. Luego de que México fuera establecido, comenzó un toque de queda a las once de la noche y nadie podía salir. Es desde entonces que dicen escuchar un lamento cerca de la plaza de la Patria, y que al ver por las ventanas para ver quien llamaba a sus hijos de forma desesperada, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada y que se esfumaba en la Presa Calles.
La segunda es la versión que precede a la anterior, a pesar de esto es poco conocida y es la versión más antigua de todas las leyendas de la Llorona:
Antes de la llegada de los españoles a lo que ahora es México, la gente que habitaba la zona del lago de Texcoco, además de temer al dios Viento de la Noche, Yoalli Ehécatl, podía escuchar en las noches los lamentos de una mujer que estaría por siempre vagando y lamentando la muerte de su hijo y la pérdida de su propia vida. La llamaban «Chocacíhuatl» — del náhuatl «choka», llorar, y «cihuatl», mujer —,y ella era la primera de todas las madres que murió al dar a luz. Allí flotaban en el aire las calaveras descarnadas y separadas de sus cuerpos (Chocacíhuatl y su hijo), cazando a cualquier viajero que hubiese sido atrapado por la oscuridad de la noche. Si algún mortal veía estas cosas, podía estar seguro de que para él esto era un presagio seguro de infortunio o incluso muerte. Era esta entidad una de las más temidas del mundo nahua desde tiempo antes de la llegada de los españoles.
Fray Bernardino de Sahagún recoge la leyenda de Chocacíhuatl en su obra monumental, «Historia general de las cosas de Nueva España» (1540-1585) e identifica a este personaje con la diosa Cihuacóatl. Según el Códice Aubin, Cihuacóatl fue una de las dos deidades que acompañaron a los mexicas durante su peregrinación en busca de Aztlán, y de acuerdo con la leyenda prehispánica, poco antes de la llegada de los españoles emergió de los canales para alertar a su pueblo de la caída de México-Tenochtitlán, vagando entre los lagos y templos del Anáhuac, vestida con un vaporoso vestido blanco, y sueltos los negros y largos cabellos, lamentando la suerte de sus hijos con la frase «...¡Aaaaaaaay mis hijos... Aaaaaaay aaaaaaay!... A dónde iréis....a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino....hijos míos, estáis a punto de perderos...».
Posterior a la Conquista de México, durante la época colonial, los pobladores reportaban la aparición del fantasma errante de una mujer vestida de blanco que recorría las calles de la Ciudad de México, lanzando tristes alaridos, pasando por la Plaza Mayor (antigua sede del destruido templo de Huitzilopochtli, el mayor dios azteca e hijo de Cihuacóatl) donde miraba hacia el oriente, y luego seguía hasta el lago de Texcoco, en el cual se desvanecía entre las sombras.
Fuente visitada Wikipedia.