viernes, 6 de enero de 2012

EL SIGNIFICADO DE LAS POSADAS


De acuerdo con la tradición, las Posadas aparecieron en nuestro país durante la Colonia. Hoy, son un infaltable dentro de los festejos de la Navidad en México. ¡Te decimos cómo organizar la más divertida!

Conoce cómo hacer una posada y la historia detrás de esta costumbre de las fiestas mexicanas con el Especial de Navidad 2011 de México Desconocido. De acuerdo con la tradición, el patriarca José, acompañado de su esposa María se pusieron en camino desde la ciudad de Nazaret a Belem para cumplir sus obligaciones fiscales. Les tomó nueve días para arribar a su destino y al llegar, la Virgen estaba a punto de dar a luz a su hijo Jesús. Al no encontrar lugar en el mesón, se tuvieron que refugiar en un establo que personas bondadosas les cedieron. Este evento, conocido como el “nacimiento del niño Dios”, se conmemora anualmente en iglesias y hogares de todo el mundo católico durante los días anteriores a la Nochebuena.

En México, existe constancia de que en 1587, el religioso agustino fray Diego de San Soria, prior del convento de San Agustín Acolman, solicitó y obtuvo una bula del entonces Papa Sixto V para celebrar anualmente, en esa sede y otras del Virreinato, misas de aguinaldo desde el día 16 y hasta el 24 de diciembre.

Al inicio como todo festejo, estas fiestas se desarrollaron en los atrios de las iglesias y después se extendieron a la vía pública. Las calles se llenaban entonces de gente, que con gran bullicio se formaba en procesiones, había profusión de luces, tanto en las ventanas de las casas como con las velas que llevaba cada uno de los participantes; todo mundo cantaba y bailaba; pero en el momento preciso, se arrodillaba y rezaba adonde quiera que se encontraba. De esta manera lo religioso y lo profano formaban una mezcla de devoción y diversión que hace de las posadas mexicanas algo muy bello y único en el mundo.

En el siglo XIX las posadas se encontraban firmemente instaladas en el interior de las casas, pero las concentraciones en las calles y en las iglesias no se acabaron. Existen reseñas de aquél siglo que describen varios tipos de posadas llevadas a cabo por diferentes grupos sociales como la alta sociedad, donde celebraban con gran suntuosidad y sin escatimar en decoración, belleza y variedades de figuras del nacimiento y fuegos de artificio. Se cuenta que había niños vestidos de ángeles que llevaban túnicas de tela metálica con hilos de plata o de oro, penachos de plumas blancas, alas de gasa, zapatos de satín blanco, bordados en oro y una profusión de finos diamantes y perlas en cintas para la cabeza, broches y collares.

En las casas de la clase media solían festejar nueve veladas y adornaban con heno, ramas de pino, farolas de papel o vidrio, y se celebraba la posada de manera parecida a la actualidad, con la diferencia de que tronaban ruidosos cohetes y rezaban al momento de la entrada de los peregrinos a la casa, después de pedir posada.

En la mitad del siglo XX, y hasta la fecha, los adornos de faroles se reemplazaron por foquitos de colores y luces eléctricas. Ya no hay músicos vivos y se tocan discos para alegrar la fiesta. El ejército de sirvientes que una vez ostentaba la clase alta del siglo XIX, se redujo notablemente a uno o dos criados. En vez de tronar cohetes se distribuyen a los invitados centellantes luces de bengala. Se comenzó a obsequiar frutas, cacahuates y canastitas con colación a la gente mayor. En el pasado eran canastas de porcelana que se guardaban como recuerdo, pero más tarde se hacían de palma tejida o de cartoncillo, adornadas con papel de china de colores. Hoy en día la colación se reparte en bolsas de plástico con detalles navideños.

Actualmente no todas las familias conservan las costumbres del pasado y esto se ha agudizado durante los últimos lustros. En muchas ocasiones, las posadas se han convertido en bailes de salón, donde ya no se recuerda la razón del festejo. Sin embargo, vale la pena revivir la tradición de las posadas clásicas como lo hacen en algunas vecindades o conjuntos habitacionales donde todos los vecinos colaboran, y cada quien se encarga de algún aspecto de los preparativos para hacer la ocasión lúcida y agradable.

Fuente visitada.

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