viernes, 17 de junio de 2011

EL VIDRIO ARTESANAL MEXICANO


No obstante que la crisis económica de España hacia el siglo XVII afectó su industria vidriera, se instaló en 1542 el primer taller de vidrio soplado en la ciudad de Puebla de los Ángeles, al que le siguieron otros dos, uno en Xalapa y otro en la ciudad de México, que son considerados los más antiguos de la Nueva España, aunque cerraron hacia mediados del siglo XIX. Los primeros objetos de vidrio que se hicieron fueron utilitarios: botellas, vasos, botellones, platos, damajuanas y vinateras, en los que predominaban los colores verde, azul y blanco cristalino. Pasaron muchos años desde la fundación del primer taller hasta 1722, año en el que, según se tienen noticias, se anunció la producción de vidrio plano y espejos en varios talleres.

Es necesario mencionar que el vidrio fue una de las materias primas que más cautivó a la población de la Nueva España. Al lado de numerosas técnicas de trabajo en otros materiales, el vidrio soplado y el prensado, así como el uso de hornos y óxidos minerales, dieron una nueva cara al crisol de las artesanías en la región. Dentro de la fuerte influencia europea, especialmente italiana y francesa, consecuencia del comercio exterior de la época, se fueron cambiando las formas provinciales españolas y americanas, dándole nuevas dimensiones a la artesanía, especialmente la de vidrio.

Hacia 1889 Camilo Ávalos Razo, primer vidriero mexicano, estableció en la ciudad de México un taller de vidrio soplado que sigue funcionando actualmente en la calle que hasta la fecha conserva el mismo nombre: Carretones. Don Camilo tuvo tres hijos que heredaron el oficio, siendo Odilón el mayor y maestro de sus hermanos Francisco y Camilo. Ellos crearon la más importante dinastía de artesanos vidrieros en el país. A ellos se debe el florecimiento del vidrio soplado y la instalación de otros talleres en Puebla, Apizaco, Texcoco, Guadalajara y Toluca. En 1903 Odilón introdujo la industria a Guadalajara en donde se produjeron botellas de un litro, medio y un cuarto, para envasar tequila.

Cabe hacer un paréntesis para destacar la obra de Odilón Ávalos, ya que la trascendencia de su trabajo no sólo se circunscribe a la instalación de los talleres, sino al desarrollo de un estilo de vidrio soplado que sirvió de base para todos los talleres que operan hasta la fecha. Sobre él, la experta en arte popular Isabel Marín afirma: “Amante de su oficio y gustoso de lo vivido en su tierra de adopción, interpreta, con originalidad y virtuosa agilidad, los toros y caballos de la fiesta brava; los gallos de pelea, como homenaje a la afición tapatía, guajolotes, mariachis, tipos populares, caricaturas, pegasos a punto de arrancar el vuelo, otros caballos relinchando, peces de la más variada fauna marina; jarras y jarrones de ingenuo estilo barroco…”

En 1909 se inició una amplia expansión del vidrio industrializado en la ciudad de Monterrey, que tuvo una evolución extraordinaria y que ha permitido mantener hasta la actualidad la vanguardia de esa industria en el país. Lo anterior obligó a los artesanos a buscar un mercado de vidrio artístico, destacando la producción de vidrio soplado: botellas verdes para las destilerías, esferas azogadas para las iglesias, y torres de esferas sobrepuestas de vidrio transparente para las droguerías. Éstas se utilizan hasta la fecha, llenas de agua coloreada para adornar los altares de la Virgen de Dolores durante cuaresma.

Actualmente los talleres de vidrio artesanal se encuentran diversificados en el país: en México, Guadalajara, Tlaquepaque, Tonalá, Monterrey, Texcoco, Puebla, Durango, Toluca y Xalapa. A estas ciudades de tradición vidriera hay que agregar los talleres en la ciudades fronterizas de Tijuana, Baja California y Ciudad Juárez, Chihuahua.

popularte/esp

1 comentario:

  1. Fenomenal Marisa, tienes que tener, no un filón, un mar de información. Magnífico.

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