martes, 12 de octubre de 2010

COSTUMBRES GASTRONÓMICAS


El Distrito Federal es tal vez el complejo gastronómico más grande del mundo. La mancha urbana no comprende solamente la capital del país, a ella se le unen territorios del Estado de México, entre ellos Ciudad Satélite y Ciudad Nezahualcóyotl, más conocidos simplemente como Satélite y Neza. Con estas grandes ciudades se forma la zona conurbada más grande del mundo, que rebasa los 22 millones de habitantes.
Los capitalinos de origen en realidad son la minoría de la gran urbe, pero esa minoría dicta el ritmo al que la ciudad se mueve y come. Los provincianos que llegan a vivir a la Ciudad de México tarde o temprano caen seducidos por las formas y costumbres alimenticias de los naturales de la capital.
Hay muchas formas de empezar el día en la Ciudad de México. Para los que trabajan y tienen que salir muy temprano de su casa, siempre habrá un lugar donde comprar algo para el desayuno: por las mañanas, desde muy temprano, casi de madrugada se instalan puestos ambulantes que venden tamales, atoles, café de olla y antojitos como los guajolotes. En algunos puestos también se vende gelatina y pan de dulce. Estos puestos se ubican principalmente en las salidas de las estaciones del metro y las paradas de autobuses concurridas, o cerca de las panaderías y de la entrada de oficinas y fábricas.
Otros capitalinos toman simplemente un vaso grande de jugo de naranja, betabel o zanahoria o un licuado de leche: el de fresa y el de mamey son muy populares y se venden en las jugerías callejeras que se encuentran por toda la ciudad. En esta categoría están los puestos que venden cocteles de frutas con miel o granola. No se puede olvidar las loncherías, especializadas en vender tostadas, tacos fritos y tortas.
Aún otra forma muy popular de desayunar son las quesadillas, que en ninguna parte del país son tan variadas como en la Ciudad de México. La quesadilla típica es la de comal, aunque también son muy buscadas las quesadillas fritas. Los tacos sudados , de canasta y de carne asada son grandes favoritos, además de ser económicos.
Los cafés de chinos son especiales para tomar café con leche, huevos preparados de cualquier manera, chilaquiles y especialmente pan de dulce.
Para los capitalinos con más tiempo y tal vez con más recursos económicos, el día puede empezar en una cafetería en la que sirven desayunos de paquete con platos a base de huevo o chilaquiles. Los de altos recursos económicos asisten a restaurantes de lujo que sirven desayunos similares, aunque mejor presentados y preparados. Otros acuden a los mercados a comer barbacoa, consomé, tacos de carnitas o gorditas. También para el almuerzo se acostumbran caldos de gallina y de pollo sopa de médula y pancita.
Todavía no da la una de la tarde y ya empieza la gente a llegar a las fondas. Entonces comienza la comida del mediodía, que es el alimento más importante de la jornada. Las fondas se encargan de dar a comer a quienes sólo cuentan con una o dos horas para alimentarse; su especialidad es la comida corrida. En los restaurantes la comida empieza con una cuba, un whisky con agua mineral o refresco de cola, una cerveza o un tequila. El contenido de la comida varía según el gusto del comensal, quién elige su propio menú. Aunque el restaurante sea de comida japonesa, italiana, china o francesa cada establecimiento tiene salsa picante o chiles toreados para satisfacer a su clientela que gusta del picante.
La comida en las cantinas es un verdadero paraíso de los amantes de la cocina mexicana, pues en ella se sirve todo tipo de botanas. Afuera de los restaurantes de comida típica, cantinas y coctelerías suele haber un vendedor de dulces, pues mucha gente no come postre y se espera a comprar un higo, acitrón, limones rellenos de coco, pepitorias, obleas o chilacayote confitado.
Las cenas tradicionales caseras consisten en algún alimento derivado de la comida del mediodía, algún antojito o chilaquiles. Una de las formas de terminar el día es con café y pan de dulce. Afuera de las panaderías se venden esquites, elotes, tamales, sopes y quesadillas. Por las noches se escucha asimismo el ruido melancólico que deja escapar el vapor del carrito de camotes asados.

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