jueves, 30 de septiembre de 2010

EL REBOZO


En realidad no se sabe con certeza el origen del rebozo ya que pudo haber sido una prenda hindú importada por el galeón de Manila, o ser un derivado de la mantilla española (que en forma y estructura son muy diversos) o bien, la evolución del ayate indígena incorporado a la influencia de materiales, colorido y forma españolas de la conquista.

El ayate, manto de ixtle compuesto por dos lienzos, utilizado para transportar cualquier tipo de mercancía y usado indistintamente por el hombre y la mujer de la época prehispánica; al igual que el mamatl, un lienzo rectangular en cuyos bordes se distinguían unas franjas hechas de diferente material y también utilizado para transportar mercancías; pudieron ser las prendas, que combinadas con la influencia colonial, antecedieron al que ahora conocemos como rebozo.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por Ruth D. Lechuga, con excepción del dominico Fray Diego Durán en 1572 ningún cronista del siglo XVI describe el rebozo en su forma actual, ni mencionan el nombre de esta prenda. Sin embargo, Tomas Gage, en 1625, al hablar del vestido utilizado por negras y mulatas dice: "...se encuentran otras en la calle, que en lugar de mantillas se sirven de una rica faja de seda, de la cual se echan parte al hombro izquierdo y parte sostienen con la mano derecha...", lo que hace suponer, que esta faja, probablemente era ya un rebozo en la forma que actualmente se le conoce.

Para el siglo XVIII esta prenda se encontraba ya en el uso común de las mujeres. El segundo Conde de Revillagigedo se refiere a ella como: «Lo llevan sin exceptuar ni aún las monjas, las señoras más principales y ricas, y hasta las más infelices y pobres del bajo pueblo. Usan de ella como mantilla, como manteleta, en el estrado, en el paseo, y aún en la casa; se la tercian, se la ponen en la cabeza, se embozan con ella y la atan y anudan alrededor del cuerpo...»

En esta época, la variedad de rebozos existentes era enorme, sin embargo, predominaba un rebozo rayado con dibujos de ikat y bordados, con un rapacejo corto que solamente llevaba unos picos anudados. Los rebozos de las clases bajas se reducían a ser de algodón, mientras que los de la alta, se combinaban con seda, listas de oro y plata y eran bordados con hilos de otros metales y colores, mismos que no satisfacían los gustos de las damas de la nobleza, que influenciadas por el barroquismo de la época, enriquecieron estas piezas con ricos bordados de paisajes y conmemoraciones de escenas costumbristas.

Hacia fines del siglo XIX, el rebozo se había establecido como prenda indispensable y arte tradicional de México. Sin embargo actualmente, su uso ha disminuido entre las mujeres de las ciudades y por el contrario, se ha extendido entre muchos de los grupos indígenas.

El rebozo indígena regional y el rebozo clásico, son dos diferentes tipos de rebozo que aún en nuestros días se producen. Los primeros van listados de varios colores formando dibujos parecidos al arte plumaria, algunos llevan triángulos anudados en formas de animales y estrellas y están teñidos por tintes naturales que van sobre lana. Los rebozos clásicos difieren en el uso de materiales ya que están hechos de seda, articela y algodón pero sobre todo se diferencian por aplicar el ikat, una antigua técnica que emplea el tinte de reserva.

Los rebozos difieren en colorido, tamaño y material según la región y la época en la cual se hayan elaborado; algunas zonas del país trabajan con grandes coloridos, combinando técnicas y materiales, con largos y cortos rapacejos, aplicándose también (hasta los años 40's) bordados, lentejuelas y cuentas que hacen de esta prenda típica mexicana una artesanía.

Actualmente, los centros reboceros más conocidos en México son, Santa María del Río, famoso por sus rebozos de seda; San Luis Potosí; Tenancingo, especialista en el rebozo de algodón fino y Tejupilco, ambos en el Estado de México; Zamora y Tangancícuaro, en Michoacán; Moroleón, Guanajuato y Chilapa, Guerrero.

martes, 28 de septiembre de 2010

EL JUGUETE TRADICIONAL MÉXICANO

El juguete tradicional
Desde tiempos prehispánicos los pueblos indígenas se ocuparon de elaborar distintos juguetes que se continuaron realizando durante la Colonia, de ambos periodos proceden los juguetes actuales que se han incorporado a la vida diaria, por lo tanto, el juguete popular mexicano, es el resultado de la mezcla de imaginación, creatividad, fuerza, destreza y sensibilidad del artesano mexicano que se conjuga con los modelos, ideas e influencias de distintas culturas.
Los materiales utilizados en su elaboración son de diversa naturaleza u origen, prácticamente los que el medio ofrece como materia prima, dentro de los más importantes están la arcilla, la hojalata, el plomo y la madera, que con habilidad adquieren una gran variedad de formas dinámicas y vistosas. Por ejemplo, el juguete de madera se puede explicar como el resultado
de la transformación de un trozo de madera en piezas plasmadas de fantasía y singularidad excepcional, donde también se conjuga el ingenio y paciencia aprovechando la belleza natural de este material, así como la diversidad de colores, veteados, texturas, pesos, dureza,
resistencia y facilidad de tornearse.


¿Como se elabora un juguete? Generalmente los artesanos no cuentan con talleres
acondicionados, regularmente laboran en los patios y corredores de sus casas. Trabajan la madera con instrumentos muy simples como navajas, hojas de rasurar, cuchillos o con utensilios más apropiados como formones, sacabocados, gubias, garlopas, sierras pequeñas, cepillos, o tornos rudimentarios que se manejan con manos y pies, aunque en el mejor de los casos se utiliza herramienta eléctrica como tornos y caladoras que facilitan mucho el trabajo.
Cuando el juguete es de varias piezas, éstas se obtienen por separado a partir de plantillas y se cortan y unen con pegamento. Si el terminado de la madera es al natural, se pule y se cubre con laca o barníz transparente, en ocasiones se decora con pincel o con pirograbado.
Cuando la madera se pinta o usan anilinas, laca o barniz, en cualquiera de los casos los colores son llamativos como rosa mexicano, rojo, morado, magenta, solferino, amarillo, verde,
azul, negro, blanco, etc.
Ya sea al natural o pintada, los motivos de decoración generalmente son hojas y flores, aunque también usan grecas, franjas, puntos, etc., siempre en colores contrastantes, lo que le imprime un toque especial a cada pieza.
La técnica del maque o laqueado existe desde tiempos prehispánicos, donde se recubrían los guajes o calabazas afín de darles mayor resistencia, permeabilidad y belleza. Este
procedimiento actualmente se conserva en algunos estados de la República Mexicana, los más importantes son Guerrero (, Temalacaltzingo, Acapetlahuaya), Chiapas (Chiapa de Corzo) y Michoacán (Uruapan y Pátzcuaro). En cada sitio usan modalidades que los caracteriza. La laca
es una mezcla de tierra con aceites de diferente origen. Tanto al natural como cubierta de colores, en ambos casos resultan piezas realmente bellas, cada una con un encanto especial.

Técnicas empleadas-

Las matracas de Puebla son pintadas con anilina y
como parte final del decorado le adhieren en una de sus caras, una estampa de la lotería.
Los juguetes de Guanajuato se hacen de capas muy delgadas de madera, en las que dibujan figuras de palomas, payasos, luchadores, aviones, etc, que decoran con anilina, en las alas y la cola de las palomas, dibujan plumas con una pintura hecha a base de yeso, agua y pegamento de color blanco.
En los talleres donde se hacen trompos, baleros, yoyos y perinolas, se utilizan tornos, al que adaptan una banda de cuero para pulirlos. En Aguascalientes los trompos son terminados al natural, en Michoacán los decoran por fricción con otra madera que deja bandas oscuras sobre las piezas, en el Estado de México y Jalisco con gubias y navajas les aplican el diseño de líneas acanaladas y con barníz de color aplican el diseño de franjas que finalmente cubren con una mezcla de alcohol, goma laca y polvo de metal, que da un acabado tornasol.
Las cajas, guitarras y muñecos que realizan en Chiapas, son pintados con anilinas, las brochas que utilizan para los decorados son hechas por los mismos artesanos usando plumas o pelos de varios animales.
El tejamanil de pino es muy utilizado en Michoacán, Chiapas y Oaxaca para elaborar cajas o guitarras, todo el proceso es manual, cuando el juguete se termina de armar, se pinta con anilina y se decora con flores y grecas en tonos contrastantes.
En Chihuahua, los tarahumaras hacen figuras humanas con diversos accesorios adaptados a sus costumbres: algunos tocan el violín, otros muelen en metate, otros están sentados vendiendo vasijas.
La variedad del juguete Las actividades infantiles son un aspecto que los pueblos
de México han atendido tradicionalmente mediante la producción de diversos objetos que complementan al juego.
Hasta nuestros días se ha conservado esta producción de juguetes en varios estados entre los que destacan Michoacán, Estado de México, Guanajuato, Guerrero y Chiapas. Entre los motivos e ideas que realizan, podemos mencionar los siguientes.

Juguetes de destreza.

Durante mucho tiempo han sido parte del pueblo mexicano, los trompos, yoyos, baleros, perinolas y matracas, la producción de estos juguetes es característica de los estados de Aguascalientes, Estado de México, Jalisco, Michoacán y Puebla.

Ferias.
Si cada uno de los juguetes que elaboran los artesanos mexicanos son dignos de admiración,
uno de los más impresionantes son las ferias elaboradas en Guerrero con la técnica del maque, son conjuntos de juegos con ruedas de la fortuna, caballitos, sillas y aviones voladores, sube y baja, columpios, resbaladillas, que mas que un juguete, son piezas de colección.

Figura humana.
La figura humana no podría faltar en la expresión artesanal, ya que está ligada a costumbres y actos que identifican a cualquier cultura, entre las figuras más frecuentes están los charros,
jinetes, muñecas, luchadores, galleros y payasos, piezas de Chiapas, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero Michoacán y Oaxaca.

Muebles.
Uno de los juguetes que se produce en varios estados son los muebles, destacan Guanajuato, Querétaro, Michoacán, México, Puebla, Chiapas y Yucatán, las ideas incluyen tanto mobiliario de casa como de cocina, entre los que se encuentran mesas, trasteros, camas, tocadores, roperos, burros de planchar, sillas, sillones, repisas, escritorios y libreros.

Vajillas y utensilios de cocina.
Se encuentran vasos, platos, copas, jarras, botellones, cántaros, botellas, jarros, cucharas, molinillos, rodillos, en los objetos creados sobresale, entre otras características, la facilidad de tornearse de la madera. Estos artículos son característicos de Michoacán, Jalisco y el Estado
de México.

Vehículos.
Se encuentran carros, carretas, camiones, canoas, aviones, bicicletas, piezas características
de Michoacán, Oaxaca y San Luis Potosí.

Instrumentos musicales.
Este juguete es elaborado según el estado, las guitarras, principalmente son de Michoacán, Oaxaca y Chiapas, los tambores y güiros de Michoacán y las mandolinas y violines de Veracruz.

México es muy rico en recursos maderables, por lo tanto la materia prima en la elaboración de juguetes es muy diversa y en la mayoría de los estados cuando se hace el aprovechamiento forestal, cierta parte de madera se destina a la elaboración de juguetes característicos de cada entidad. Como la madera de pino es la que mayor explotación tiene en nuestro país la mayoría de los juguetes son de esta madera, aunque también se utilizan otras, básicamente las que se encuentran en el entorno de bosques y selvas locales.

www.izt.uam.mx

domingo, 26 de septiembre de 2010

LAS SOLDADERAS DE LA REVOLUCION

Las soldaderas, indígenas provenientes en su mayoría del campo, formaron parte de los revolucionarios mexicanos y combatieron al lado de los hombres, pero conservando al mismo tiempo sus tareas domésticas. Estas mujeres desempeñaron un papel fundamental en la Revolución Mexicana, como lo escribe Elena Poniatowska, gran escritora mexicana, en su libro Las Soldaderas: “Sin las soldaderas, la Revolución Mexicana no habría existido…”. Numerosas mujeres-soldado ocuparon puestos de primer plano en la acción política e intelectual de la época. Algunas de ellas pagaron su compromiso con duras penas de prisión o incluso con su vida. Algunas grabaron su nombre en la historia como María Pistolas, Petra Ruiz, Carmen Serdán o Hermila Galindo, quien organizó el primer congreso feminista de Yucatán en 1916.

sábado, 25 de septiembre de 2010

EL VALLE DE ANÁHUAC

el valle del Anáhuac
Frente a nosotros hay una cuenca donde se despliegan enormes espejos de agua que
inundan toda la parte baja del valle, al fondo hay dos grandes volcanes, sus puntas cubiertas de nieve refulgen ante los rayos del sol. Los poblados apenas alcanzan a vislumbrarse en un horizonte donde predomina lo acuático, al centro de las lagunas se distingue una ciudad flotante. Éste fue el paisaje que contemplaron Hernán Cortés y quienes le acompañaban un día de noviembre de 1519.

Los límites aproximados de aquella urbe, que a los europeos les pareció una extraña Venecia, podemos visualizarlos hoy si pensamos que llegaban, hacia el norte, a la actual calle de Manuel González; al oriente, donde se encuentra la avenida Congreso de la Unión; por el sur, a la ahora calzada Chabacano para terminar en la de Tlalpan y, al poniente, era más irregular su delimitación, aunque podría haber estado en las calles de Abraham González y Bucareli.

La ciudad acuática tenía tres tipos de calles: pocas de tierra firme, la mayoría eran canales por donde circulaban canoas y las terceras tenían forma mixta: una parte la constituían camellones sólidos adosados a los edificios, por los que caminaban las personas, mientras la otra mitad se destinaba a la circulación de embarcaciones. Su traza estaba diseñada para que se pudiera llegar a cualquier punto por vía fluvial. Canales de diferentes dimensiones se conectaban entre sí y, sobre los más anchos e importantes, cruzaban calzadas, gracias al uso de puentes desmontables que se podían quitar en situaciones de emergencia, por ejemplo, ante el ataque de algún enemigo, o bien, cuando subía el nivel del agua de los lagos. Para penetrar a la ciudad existía un estricto control de tránsito, tanto para gente de a pie como para embarcaciones. Había garitas
o fuertes en los principales puntos de acceso, que servían para controlar la entrada y salida tanto de personas como de mercancías.

Los conquistadores españoles pudieron recorrer esta peculiar ciudad y admirar su arquitectura y desarrollo urbano antes de destruirla. Son muy conocidas las crónicas de Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, entre otros europeos, que expresaron su admiración ante la inusitada belleza de México-Tenochtitlan y su bien orquestada organización. Serge Gruzinski, en su obra La ciudad de México: una historia, señala que aquella metrópoli probablemente era la más grande del mundo pues, en aquel tiempo, Constantinopla tenía 250 mil habitantes y París 200 mil, en tanto la gran México-Tenochtitlan contaba más de 300 mil. Para esa época era una población enorme.

La ciudad co mo espacio sa grado
Uno de los grandes misterios de la historia de México-Tenochtitlan sigue siendo el origen de su nombre. Tenochtitlan puede tener, entre otras fuentes, el vocablo náhuatl tenochtli, que quiere decir nopal de tuna dura y Tenoch, nombre del caudillo que condujo a los mexicas hasta el valle del Anáhuac. La etimología del nombre México ha generado más polémicas. Para investigadores como Hermann Beber, México se deriva de Mexitl, uno más de los nombres que recibe Huitzilopochtli. Gutierre Tibón y otros más se inclinan por la etimología sustentada por Antonio del Rincón: meztli, es luna y xictli, ombligo o centro. México quiere decir en medio de la luna o en el ombligo de la luna.
La luna se reflejaba en el centro de los lagos del valle del Anáhuac y ahí se levantó la ciudad sede del imperio mexica. Alfonso Caso confirmó esta versión, al dar testimonio de que Metztliapan era el nombre antiguo de la laguna donde se fundó la gran capital del imperio de los venidos de Aztlán.

México-Tenochtitlan fue creada con apego al orden celeste conocido por los mexicas, en ella se materializó su cosmovisión. Su vértice y punto de partida era Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, por eso el lugar predominante del centro ceremonial lo ocupaba el Templo Mayor, dedicado a la deidad solar. El templo fue colocado al éste de la gran plaza, porque por ahí cada mañana aparece el astro, después de librar una cruenta batalla con sus hermanos Coyolxauhqui (la luna) y los cuatrocientos sureños (las estrellas) quienes intentaron matarlo a él y a su madre, Coatlicue, en el cerro de Coatepec. El Templo Mayor representaba el cerro de
Coatepec.
El Templo Mayor no sólo era el centro físico de la metrópoli, fue su corazón, representaba
la síntesis del universo religioso de los mexicas. Tenía aproximadamente una planta de 83 por 78 metros y una altura de entre 40 y 45 metros. Podemos imaginar sus dimensiones si pensamos que la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México mide 59 metros de ancho por 110 de largo y tiene una altura de 60 metros hasta la cúpula. El basamento del Templo Mayor representaba, en la cosmovisión mexica, el nivel Terrestre del universo, las escalinatas el Celeste y los recintos adoratorios de la parte superior al Omeyocan, o máximo cielo. Estaba dividido en dos partes iguales, una dedicada a Tláloc y otra a Hutzilopochtli.

Eduardo Matos Moctezuma, el arqueólogo que dirigió los trabajos para el rescate del Templo Mayor, explica que estas dos deidades eran la base de la organización económica, religiosa, política y social de los aztecas, sustentada en la guerra, la agricultura y el tributo. Tláloc, el agua, era vital para la agricultura y Hutzilopochtli, dios de la guerra, era quien los impulsaba y protegía para conseguir prisioneros en las guerras floridas, cuyos corazones después le serían ofrendados al dios solar para asegurar la continuidad de la vida.
Huitzilopochtli y Tláloc eran, por igual, dadores de vida o de muerte. La vida era origen de la muerte y viceversa, en una sucesión continua que generaba el movimiento, los ciclos del universo: la vida se alimentaba con la muerte y la muerte con la vida.

La zona sagrada de México-Tenochtitlan era una plaza de aproximadamente 400 metros por lado; en su interior, según Fray Bernardino de Sahagún, había setenta y ocho edificios. El recinto tenía al menos tres puertas, de donde partían las tres principales calzadas que comunicaban con tierra firme: al norte la del Tepeyac, al poniente la de Tlacopan o Tacuba y hacia el sur la de Ixtapalapa y había una más corta que conducía hacia el oriente, al embarcadero por donde arribaban las canoas procedentes de Texcoco.

A la llegada de los conquistadores españoles, en 1521, la ciudad ideada por los dioses se encontraba en su momento de máximo esplendor, tan sólo dos siglos después de su fundación.
Los mexicas sacaron enorme provecho de sus precariedades. Para sobrevivir en una isla con terreno fangoso, rodeada de agua salitrosa y sin áreas para el cultivo, realizaron grandes obras de ingeniería. Trajeron agua dulce de los manantiales de Chapultepec, controlaron las inundaciones, y con el famoso albarradón planeado y edificado por Netzahualcóytl, que dividía el agua dulce de la salada, pudieron contar con agua para el cultivo todo el año. El albarradón se extendía desde Ixtapalapa hasta Atzacoalco y tenía una longitud de más de 16 kilómetros. Además, con la construcción de chinampas, le ganaron espacio al lago.

/www.centrohistorico.df.gob.mx

viernes, 24 de septiembre de 2010

LA CHINA POBLANA


La China Poblana es sinónima con esta ciudad, pero pocos poblanos conocen la historia verdadera de su vida. Catarina de San Juan (1609-1688), cuya nombre original era Mirrha, nació en Delhi, India, y fue raptada por piratas a la edad de nueve años. Los secuestradores la vendieron a un comerciante portugués en Manila. Más tarde él la envió a Don Miguel de Sosa, un poblano que le había encargado una esclava "chinita." Sosa y su esposa adoptaron a Mirrha en 1620, cuando ella tenía once años de edad, y la bautizaron con el nombre de Catarina. Cuando la pareja murió, ella se casó con Domingo Suárez, el sirviente chino de un párroco. Los poblanos del siglo diecisiete admiraron el comportamiento de Catarina, especialmente sus actos de caridad, y copiaron su traje pintoresco. Los poblanos del siglo veinte modificaron el traje para incorporar los colores e insignia de la bandera mexicana. El monumento a La China Poblana, una estatua enorme encima de una fuente decorada de azulejos, se encuentra en el sector norte de la ciudad, en el Bulevar Héroes 5 de Mayo y la Avenida Defensores de la República.

INDUMENTARIA DE LA CHINA

Según descripciones del siglo XIX, época en que fueron muy populares en varias ciudades del centro y sureste de México; el atuendo de la china estaba compuesto por las siguientes prendas:
-Una camisa blanca, con labores de deshilado y bordado de seda y chaquira con motivos geométricos y florales en colores vivos. La camisa era lo suficientemente escotada para dejar ver una parte de su cuello y de su pecho, lo cual no dejaba de escandalizar a las damas de buen tono de la sociedad decimonónica mexicana.
-Una falda llamada castor, que tomó su nombre de la tela con que era hecha. Según algunas opiniones, el castor era empleado por las patronas de las casas ricas para la confección de las enaguas de sus criadas indígenas. El castor era trabajado con lentejuelas y camarones que formaban dibujos geométricos y florales. Los grupos de danza folclórica han popularizado una versión que lleva bordado en lentejuelas, chaquiras y canutillos el Escudo Nacional de México.
-Unos porabajos blancos, con las puntas enchiladas, es decir, con el borde inferior orlado por un encaje de motivos zigzagueantes. Los porabajos de una china poblana asomaban bajo su castor, y debían servir como una especie de trampa de luz para que el cuerpo de la mujer ataviada de china no se adivinara a contraluz.
-Una banda que servía para sujetar el castor y los porabajos a la cintura de la mujer que lo portaba. La banda podía o no estar trabajada con labores de bordado, o bien, ser tejida en técnica de brocado.
-Un rebozo, que lo mismo podía ser de seda cuando más fino o de bolita, en el mayor de los casos. El rebozo es una prenda muy común en México, aun en la actualidad. Lo usan las mujeres para cubrirse del frío, pero también era empleado para cargar bebés o cualquier otra cosa cuyo tamaño y peso hicieran difícil llevarlo entre las manos. El rebozo de bolita, que era el más comúnmente empleado por las chinas, era tejido con hilos de color azul y blanco, y tuvo como cuna el poblado otomí de Santa María del Río (San Luis Potosí).
-En algunas ocasiones, la china solía llevar una mascada de seda que mal le cubría lo que el escote de la camisa dejaba asomar. De estas mascadas, José María Rivera escribió que ésas regularmente vienen a casa los domigos para volver los lunes o martes al empeño.
-Como calzado, Manuel Payno señalaba que a pesar de sus carencias financieras, una china no dejaba de usar zapatos de raso bordados con hilos de seda. Este tipo de calzado aparece en algunos textos mexicanos del siglo XIX como un indicador de que quien los portaba era una mujer alegre. Además, la china complementaba el atuendo con abalorios y joyas que adornaban sus orejas, el descubierto pecho, y las manos

jueves, 23 de septiembre de 2010

PUERTO DE VERACRUZ


En 1518 el capitán español Juan de Grijalva arriba al islote que llamó San Juan de Ulúa. La Villa Rica de la Vera Cruz fue fundada por el conquistador español Hernán Cortés, por Francisco de Montejo y Alonso Hernández de Portocarrero, el 22 de abril de 1519 en las playas que se encontraban frente al islote de San Juan de Ulúa, llamadas Chalchihuecan; fundando el 10 de julio de 1519 como Villa Rica de la Vera Cruz lo que se convirtió en el Primer Ayuntamiento de América continental y la Primera Ciudad fundada por europeos en toda América Continental. Sus primeros alcaldes fueron Francisco de Montejo y Alonso Hernández de Portocarrero.
El Emperador Carlos I de España, otorga mediante Real Cédula el escudo de armas a la Villa Rica de la Veracruz el 14 de julio de 1523. En 1524, Veracruz volvió a cambiar de asentamientos hacia donde hoy se encuentra La Antigua, a orillas del río Huitzilapan; hasta 1599, el rey Felipe II de España decretó que Veracruz fuese transferida de la Antigua a su primitivo y actual lugar de origen. En 1535 arriba Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España. Durante los tres siglos de la colonia española la ciudad de Veracruz fue escenario de diversos acontecimientos entre los que destacan: los ataques de los Piratas que infestaban los mares en 1568. Durante la colonia la ciudad fue de gran importancia ya que era lugar de partida para las naves que iban a España cargadas de oro, tesoros y de mercancías en la denominada Carrera de Indias, lo cual le valió para ser atacada en varias ocasiones por piratas. Para repeler los ataques, la ciudad fue amurallada y se construyeron una serie de fuertes y baluartes, destacándose el Fuerte de San Juan de Ulúa, construido en 1590.


Desde 1607 el Puerto de Veracruz adquirió el título de Ciudad, confirmado en 1640 por el Rey Felipe III siendo una de las ciudades más antiguas de México.
A inicios del siglo XVII aparecieron varios edificios, en 1608 se construyeron la casa de cabildo (hoy palacio municipal) y el convento de Nuestra Señora de la Merced, al tiempo que se continuaba la fortificación de San Juan de Ulúa y se iniciaba la obra del Hospital de nuestra Señora de Loreto. En 1640 se fundó la armada de Barlovento para defender el litoral de los piratas.
El Jornal Económico Mercantil de Veracruz fue el primer periódico, publicado en 1806. El 8 de diciembre de 1816, el gobernador García Dávila, designa a Antonio López de Santa Anna como comandante de extra muros para abatir a los insurgentes.
Francisco Arrillaga obtiene en 1837 concesión para construir el Ferrocarril entre Veracruz y la Ciudad de México. El 4 de mayo de 1857 Benito Juárez llegó al puerto de Veracruz, Juárez expide en 1859 las leyes de nacionalización de bienes eclesiásticos, del matrimonio como contrato civil, del registro civil, secularización de los cementerios y de liberación de cultos. Veracruz ha sido en dos ocasiones sede del Poder Ejecutivo de la Federación: En 1858 y en 1914, estando al frente del Gobierno Don Benito Juárez y Don Venustiano Carranza respectivamente. En 1862 tropas españolas al mando del general Juan Prim se retiran del puerto de Veracruz, el cual habían ocupado con motivo de la suspensión de pago de la deuda externa, decretada por Benito Juárez. En 1864 llegan a la ciudad de Veracruz el Archiduque Maximiliano de Habsburgo y su esposa la princesa Carlota de Bélgica, quienes desembarcaron de la Fragata Novara.
Un suceso de trascendencia se produjo el 1 de enero de 1873 con el arribo del primer tren del ferrocarril mexicano, procedente de la ciudad de México el tren Jarocho hizo su viaje inaugural llevando a bordo al Presidente Sebastián Lerdo de Tejada. En 1897 se funda la Heroica Escuela Naval a iniciativa de José María de Vega, Jefe del Departamento de Marina.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

MÉXICO Y SU GENTE


La gran Tenochtitlan El último de los grandes imperios de Mesoamérica surgió en el valle de México, desde donde alcanzó a dominar gran parte del corazón del país.
Los aztecas salieron de Aztlán comandados por Tenoch, su líder y a quien a la postre el nombre de la ciudad rendiría homenaje, hacia el año de 1168. Según la mitología mexica, Huitzilopochtli les ordenó que fundaran su reino donde estuviera “un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente”, hecho que fue situado el 13 de marzo de 1325 y que se considera como la fecha de su fundación. Así fundaron la ciudad sobre los islotes principales de Tenochtitlan y Tlaltelolco, así como los menores de Mixiuhca, Tultenco, Zoquiapan, Temascaltitlan e Iliaca.
Los aztecas fueron extendiendo su territorio paso a paso, a la vez que impulsaban la agricultura, creando fértiles chinampas para alimentar a la población humana.
Tras el asentamiento de los mexicas en el islote (que pertenecía al pueblo de Azcapotzalco) solicitaron al gobierno de Culhuacán que mandara a Tenochtitlan un miembro de su clase real para que dirigiera a los mexicas. Culhuacán accedió y envió a Acamapichtli, quien se convirtió en el primer tlatoani (gobernador), hacia 1376. Sin embargo, los mexicas todavía estaban parcialmente sometidos a Azcapotzalco y a su rey, Tezozómoc. Las condiciones de establecimiento fueron duras y costosas para los mexicas, quienes aprovecharon los recursos lacustres en su beneficio (fauna y flora). Izcóatl es considerado el primer tlatoani de Tenochtitlan. Desde su independencia, los mexicas comenzaron procesos que los llevarían a engrandecer su ciudad. Entre ellos estuvo la formación de la Triple Alianza con Texcoco y Tlacopan, las guerras floridas y la conquista de los pueblos cercanos. Moctezuma Ilhuicamina el Grande, convirtió este poder en un imperio, al alcanzar sus conquistas Puebla, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca y parte de Veracruz, las conquistas se reanudaron a partir de 1486, cuando Ahuízotl extendió el imperio por el centro y sur del México actual. Hacia 1500, ya tras el descubrimiento de América, los mexicas eran el pueblo más poderoso de Mesoamérica y Tenochtitlan una ciudad comparable con las más importantes del mundo, dominando un territorio de cerca de 300 mil kms2 pero su florecimiento fue interrumpido debido a la conquista española.
Tenochtitlán fue una ciudad verdadera, armoniosa, no sólo una utopía en la escritura. Cortés exclama cuando la mira, antes de destruirla, en su Segunda Carta de Relación dirigida a Carlos V, sus palabras son conocidas, debo repetirlas, sin embargo, han quedado para siempre en el papel, en esa antigua ciudad desaparecida y escriturada.

("Hay dos lagunas que casi lo ocupan todo, porque tienen canoas en torno más de cincuenta leguas. Y la una de estas lagunas es de agua dulce, y la otra, que es mayor, es de agua salada. [...] El cual estrecho tendrá un tiro de ballesta, y por entre la laguna y la otra, y las ciudades y otras poblaciones que están en las dichas lagunas, contrastan las unas con las otras en sus canoas por el agua, sin haber necesidad de ir por la tierra. Y porque esta laguna salada grande crece y mengua por sus mareas según hace la mar todas las crecientes, corre el agua de ella a la otra dulce tan recio como si fuese caudalosos ríos, y por consiguiente a las menguantes va la dulce a la salada. Esta gran ciudad de Temixtitán está fundada en laguna salada y desde la tierra firme hasta el cuerpo de la dicha ciudad, por cualquier parte que quisieren entrar a ella, hay dos leguas...")

martes, 21 de septiembre de 2010

EL MÉXICO DE AYER


La ciudad de México reitera los estereotipos, fue -ya no es- una ciudad fundada sobre el agua, una nueva Venecia, una Venecia inundada, de cuya muestra queda un dudoso botón , Xochimilco y sus chinampas; a la cristalina calidad del agua se añadía la extraordinaria transparencia del aire:una transparencia que como la vista de los volcanes y las noches estrelladas ya no es, solamente fue. Los magueyes, los mezquites, la grana cochinilla, los telares, los judas, el pulque y las pulquerías, los monstruos de Ocumicho, las mariposas monarca,las peras gamboa, las rosas balme.
La ciudad de México crecía por entonces, a ella habían llegado muchas familias provincianas ahuyentadas por la Revolución, como bien puede verse en las novelas que Mariano Azuela escribió cuando ya vivía en la capital.
En 1925 el centro estaba lleno de señoras elegantes con piel de zorro al cuello, con sombreros de fino velillo que caía coquetamente sobre el rostro, zapatos y bolsa haciendo juego, cejas depiladas y labios muy rojos y cuando cantaban las mujeres tenían la voz aguda y clarita, la voz de las mujeres abnegadas y dulces, Esmeralda y la argentina Libertad Lamarque; desentonaba Lucha Reyes, aguardentosa y dispuesta siempre a la revancha, más tarde, Chabela Vargas, sensual y trágica, cantaba en los años sesenta, cerca de donde estaría más tarde el metro Insurgentes, y luego Chabela volvió a cantar, era la década del 90, en «El Hábito», invitada por Jesusa Rodríguez; los muchachos de antes iban trajeados y ensombrerados, de Sonora a Yucatán se usaban sombreros Tardán y se bebía cerveza Corona.
En las calles de la Merced los indios usaban calzón de manta blanca y sombrero de palma y a su lado iban las mujeres con rebozo de bolita, trenzas y enaguas o vestidas con vestidos brillosos color rosa mexicano, no se veía el color, pero sabemos que era rosa mexicano, abundaban los niños callejeros, los mendigos, los perros sarnosos y los tamemes que cargaban sus enormes bultos o que en épocas de lluvia transportaban sobre su lomo a los niños o a las mujeres de clase media — cuando la ciudad se inundaba, sus calles enlodadas; por Corregidora o Jesús María, junto a los cajones de ropa, había puestos de fruta o de verduras frescas colocadas en perfecto equilibrio.
En expendios que aún existían en la década de los cuarenta se vendían las famosas gelatinas Rosita, amarillas y temblorosas y unas natillas líquidas avainilladas que se asocian en mi mente con el tepache, una bebida ahora poco frecuente, vendida en los puestos callejeros de san Cosme, al lado de Al final de la semana Santa, el Sábado, la ciudad se llenaba de Judas y del sonido atronador de las matracas que con su estruendo creían poder abrir las puertas de la Gloria, mientras se abrían de par en par los enormes portones de las iglesias, la del convento de Jesús María o la de la iglesia de Popotla, al lado del árbol de la Noche Triste, en el antiguo Reino aliado de Tacuba, por donde Cortés salió para recuperar sus fuerzas rumbo a Tlaxcala. En la iglesia de Regina, lóbrega y brillante, los sanguinolentos cristos de caña me miraban con sus ojos de cristal, cuando acompañaba a misa a mi nana. Las hileras de enormes judas colgados en los hilos del telégrafo empezaban a estallar, algunos curas daban su mano a besar y los niños los miraban asustados.
Destruido en el primer tercio del siglo XIX, el mercado del Parián estaba en lo que sería después el Zócalo. El México de los años treinta del siglo XX era quizá a la vez muy semejante al México decimonónico y hasta a la ciudad colonial. Guillermo Prieto, en Memorias de mis tiempos, describe esa zona de la capital.
Por aquel tiempo se ordenó y llevó a cabo la demolición del Parián, grande cuadrado que ocupaba toda la extensión que hoy ocupa el Zócalo, con cuatro grandes puertas, una a cada uno de los vientos, y en las caras exteriores, puertas de casas o tiendas de comercio. En el interior había callejuelas y cajones como en el exterior y alacenas de calzados, avíos de sastre, peletería, etc.
En un tiempo los parianistas constituían la flor y la nata de la sociedad mercantil de México, y amos y dependientes daban el tono de la riqueza, de la influencia y de las finas maneras de la gente culta.
La parte del edificio que veía al palacio la ocupaban cajones de fierros, en que se vendían chapas y llaves, coas y rejas de arado, parrillas y tubos, sin que dejaran de exponerse balas y municiones de todos calibres, y campanas de todos tamaños. Al frente de la catedral había grandes relojerías..., la contraesquina de la 1.ª calle de Plateros y frente del portal la ocupaba la gran sedería del Sr. Rico, en que se encontraban los encajes de Flandes, los rasos de china, los canelones y terciopelos, y lo más rico en telas y primores que traía la nao de china... En el interior, principalmente, los cajones de ropa eran de españoles...
Mi ciudad es sobre todo una ciudad asociada a los zapatos, zapatos de mi infancia que estaban en venta en las distintas zapaterías que mis padres tuvieron en el pueblo de Tacuba donde viví en diferentes épocas de mi vida.
Con mi padre solía ir al barrio de Tepito a comprar zapatos de glacé, choclos y botines (unisex) que ostentaban en el forro y en la caja de cartón corriente la marca Elizalde, escrita en cuidadosa caligrafía tipo Palmer.

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lunes, 20 de septiembre de 2010

PUEBLA - LA INDUSTRIA TEXTIL


En 1589 un hombre llamado William Lee, de Cambridge, inventó un telar manual de géneros de punto. Este "telar de medias" -como se le conoció- era tan perfecto que los actuales telares rectilíneos aún poseen los mismos mecanismos esenciales de la máquina de Lee. La transformación del telar a mano en telar accionado mecánicamente ocurrió en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se fabricó el primer telar rectilíneo mecánico, el cual fue a su vez la base del telar circular mecánico. Además de estos telares para géneros de punto "de onda" o "de recogida", también se inventaron los telares para tejidos de punto "urdimbre", manuales y mecánicos. Otras máquinas que merecen mención son las tricotosas, tanto circulares como rectilíneas, que no sólo sirven para formar mallas o "tejido jersey", sino también para dar al tejido su fase de terminado .

En México, como en muchos rincones del mundo, la rama de los géneros de punto comenzó a desarrollarse a partir del tejido de hilos de algodón. Hasta donde sabemos, en el caso de la ciudad de Puebla el surgimiento de esta rama ocurrió por el año de 1880, cuando se fundó una fábrica de medias y calcetines cuyas máquinas eran movidas a mano, siendo propiedad de una señora llamada Luz Palacios. A esa fabriquita siguió una más grande pero también de acción manual, denominada La Escocesa, fundada en 1896 por otro pequeño industrial, Alberto Cázares.

En el primer quinquenio del siglo XX se abrieron en la Angelópolis otras fábricas de medias y calcetines: en 1901 La Guadalupana, de Andrés Vargas, y la de Arturo Thielheim y Compañía, que inicialmente carecía de denominación. En 1902 se abrió La Cruz, de Francisco Solís, y otra de Rafael Morales, también sin denominación. En 1905 se inauguraron La Estrella y La Turquía, la primera de Abraham Chebán, y ésta de A. Jacobo y Abdo Cassab . Aparecieron así, por vez primera en la ciudad de Puebla, los empresarios textiles de origen sirio-libanés, o "turcos" y "siriacos", como se les llamó más comúnmente en la época. Su peso en la rama de géneros de punto se volverá creciente a partir de la década de 1930
Cinco de las seis factorías que acabamos de señalar también movían sus máquinas de forma manual, de modo que se trataba de unidades productivas sumamente modestas. La excepción era la fábrica de Thielheim y Compañía, situada muy cerca del centro de la ciudad, a orillas del río de San Francisco cuyas aguas impulsaban el movimiento de sus máquinas, mediante un pequeño generador de 5 caballos de fuerza, en 1906 esta fábrica pertenecía a la Compañía Manufacturera de Puebla, donde Thielheim seguía participando. Para ese año tenía contratados 75 trabajadores -15 varones y 50 mujeres-, llegando a 600 mil su producción anual de piezas de medias y calcetines, con valor de 75 mil pesos. Su competidora más cercana era por entonces La Turquía, donde laboraban 60 obreras que fabricaron, en ese año, 144 mil piezas valoradas en 18 mil pesos. Cabe agregar que para 1910 aquella fábrica ya no pertenecía a la Compañía Manufacturera de Puebla, sino a León Rasst, un empresario judío que la bautizó como La Prusia . La más importante en su tipo: en ella laboraban 200 mujeres y 20 varones que producían 300 mil pesos de productos, siendo su capital en giro de 600 mil pesos, y de 72 caballos de fuerza de la potencia eléctrica instalada para accionar sus máquinas .

En 1915 se abrió en la ciudad una nueva factoría de regular importancia (La Gloria), pero pronto fracasó. La industria de tejidos de punto tuvo más bien que aguardar la llegada de los años 20 para conocer un nuevo salto. De este modo, entre 1923 y 1929 se instalaron 8 nuevas fábricas: San Cosme, La Campana, La Aguja, La Libertad, La Joya, La Florida, Águila y la de la empresa Ortega y Abraham. Con excepción de la primera, que dejó de operar al poco tiempo, las siete restantes se sumaron a dos de las que persistían (La Estrella y La Corona),
Entre noviembre de 1926 y abril de 1927, las fábricas activas de esta rama en Puebla produjeron 85 mil docenas de medias y calcetines, y 7,832 docenas de camisetas y calzoncillos. Para su labor contaban con 450 telares circulares; no tenían todavía -según las estadísticas disponibles- ninguna máquina rectilínea ni tricotosa .

En 1932 las fábricas poblanas de géneros de punto ya llegaban a 24, aunque sólo 15 se hallaban entonces activas. De noviembre de 1931 a abril de 1932 elaboraron 364,907 docenas de medias y calcetines, y 508 kilogramos de otros géneros. El equipo de tejido se había ampliado, pues en conjunto tenían 974 máquinas, de las cuales 914 eran telares de tipo circular, 10 tricotosas y 50 de otros distintos sistemas .

A comienzos de 1938 estaban en actividad 29 fábricas, pero había bajado a 819 el número de sus máquinas tejedoras. Doce de estas fábricas producían tan sólo artículos de algodón, y el resto de algodón mezclado con otras fibras, como la artisela, la lana y la seda. Comparadas con muchas fábricas poblanas de la tradicional rama de hilados y tejidos de algodón, las de géneros de punto se caracterizaban por ser muy pequeñas, y en consecuencia de importancia secundaria dentro del conjunto de la industria textil, no obstante su número cada vez mayor. Una excepción fue La Corona, ya que a diferencia de todas las demás y desde sus mismos orígenes, en sus propias instalaciones producía el hilo que tejía. En 1938 La Corona tenía 2,400 husos y 417 maquinillas de punto, éstas representaban poco más del 50% de todo el equipo de tejido de punto instalado en Puebla. Por falta de datos es difícil esbozar el curso de esta rama en Puebla a partir de la década de 1940. En términos generales puede sin embargo decirse que siguieron privando las fábricas de pequeña talla, y que también se registró un proceso de apertura de fábricas numéricamente superior al de las clausuras definitivas. Eso explica el avance cuantitativo de esta rama en la Angelópolis, que a fines de la década de 1980 estaba conformada por unos 65 establecimientos, en algunos de los cuales se fabricaban, además, otros productos textiles diferentes a los tejidos de punto. Considerando que en el Estado de Puebla había en 1989 alrededor de 384 fábricas textiles, se puede deducir que la producción poblana de tejidos de punto la realizaba el 17%, aproximadamente, de la planta total de la industria textil poblana .

(Carlos Aberle, Géneros de punto. Barcelona, 1948, tomo III de la Enciclopedia de la industria textil, pp. 1-2.)

viernes, 17 de septiembre de 2010

EL ESTADO DE PUEBLA


Puebla es uno de los 31 estados de México. Se ubica en la zona centro-oriental del país. Colinda al este con el estado de Veracruz; al poniente con el Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala y Morelos y al sur con los estados de Oaxaca y Guerrero. Puebla no tiene salida al mar, y presenta un relieve sumamente accidentado. Su superficie es de 34 251, en la cual viven más de cinco millones de personas, que convierten a este estado en el quinto más poblado del país.
El territorio del estado ha sido de gran importancia en la historia de México. En él se han encontrado los restos más antiguos del cultivo de maíz; fue el escenario de ciudades prehispánicas tan importantes como Cantona y Cholula. Durante la época colonial, la ciudad de Puebla llegó a ser la segunda ciudad de la Nueva España, gracias a su ubicación estratégica entre la ciudad de México y el puerto de Veracruz. A finales del siglo XIX, el estado fue uno de los primeros en industrializarse, gracias a la introducción e telares mecánicos que favorecieron el desarrollo de las actividades textiles.
Geografía

El estado de Puebla es uno de los más pequeños de México, su superficie de poco más de 34 mil kilómetros cuadrados le colocan en la posición número 21 en el ranking nacional. Se localiza en la región central de México, al oriente de la capital de la república. Su territorio está lleno de contrastes, aunque las cañadas y las serranías son una constante en la mayor parte de él.
El corazón de Puebla es el valle de Puebla-Tlaxcala, donde se asienta la capital. Se localiza en el centro de la entidad, y como su nombre lo indica, es compartido con el estado de Tlaxcala, que se inserta como una cuña al centro de Puebla. El valle de Puebla-Tlaxcala, o Poblano-Tlaxcalteca es amplio, de clima templado y lluvias moderadas. Tiene una altitud media de 2160 metros sobre el nivel del mar (msnm). Pertenece a la provincia geológica del Eje Neovolcánico, caracterizado por la presencia de altas cumbres originadas entre los períodos terciario y cuaternario. Está delimitado por las cadenas de cerros que adelantan el carácter montañoso de la sierra Mixteca, en el sur del estado; al poniente, por la sierra Nevada; al este por la sierra Madre Oriental; y al norte el volcán La Malinche señala el límite entre las secciones poblana y tlaxcalteca del valle. éste se extiende por el poniente de esta montaña hacia el estado de Tlaxcala, donde es separado por pequeñas serranías de la región de los Llanos de Apan.
Como se ha dicho, el límite poniente del valle de Puebla es la sierra Nevada. Esta cadena, formada esencialmente por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, alcanza alturas superiores a los 5 mil msnm. Las cumbres de estos volcanes ocupan el segundo y tercer puestos por su elevación a nivel nacional, y normalmente están cubiertas de nieve durante todo el año. El Popocatépetl es un volván activo al que se le ha calculado una edad de 23 mil años, y se ha convertido en uno de los más vigilados del mundo luego del aumento en su actividad volcánica.
Los volcanes de la sierra Nevada forman parte del Eje Neovolcánico, que atraviesa México de este a oeste, aproximadamente a la altura del paralelo 19°. La sierra Nevada, además de señalar el límite poniente del valle de Puebla, también constituye la frontera de Puebla con los estados de México y Morelos.
Al sureste de la Sierra Nevada, el relieve poblano se vuelve sumamente montañoso, aunque las alturas de esta región no llegan a rebasar los 2 mil metros. Entre las montañas del sur de Puebla existen numerosos valles de vocación agrícola, caracterizados por su relativa fertilidad y su clima templado. Entre ellos se encuentran el valle de Atlixco y el de Matamoros. Este último valle marca el inicio de la Mixteca Baja poblana, una zona montañosa de suelos pedregosos y clima caliente, marcada por la presencia del río Atoyac y sus afluentes. El punto más alto de la Mixteca poblana es el cerro Tecorral, localizado al suroeste de Izúcar de Matamoros. Su altitud es de 2060 msnm.
Dentro del territorio del estado, se encuentran las cumbres más altas del país, destacando los volcanes Citlaltépetl (Pico de Orizaba) en la parte oriental, compartido con el Estado de Veracruz, hacia el occidente limitando con el Estado de México y Morelos el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y en la parte central limitando con el Estado de Tlaxcala el volcán Malinztin. Sus principales formaciones montañosas son la Sierra Norte, la Sierra Nevada, la Sierra Quimixtlán y la Sierra Negra. El clima de Puebla suele ser templado y húmedo o cálido y lluvioso, dependiendo de la región

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA CIUDAD DE PUEBLA


La Ciudad de Puebla se ubica a 120 km de la Ciudad de México, fue fundada en el siglo XVI, como un experimento social, por parte de los monjes franciscanos, asentados en al antiguo cauce del río San Francisco, en el centro de la región que ocuparon los señoríos indígenas, prehispánicos, y donde el mestizaje cultural se expresó en la arquitectura civil y religiosa, tanto en la parte ocupada por los españoles, así como la parte ocupada por los indígenas, ( barrios ) integraron un conjunto urbano, que constituye una parte importante del patrimonio cultural de México; fue declarada como zona de monumentos históricos el 16 de noviembre de 1977 y declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987, cuenta con una extensión en su zona monumental de 6.99 kilómetros cuadrados, enlistándose en la declaratoria de monumentos 2619 edificios de valor dentro de su perímetro. En la parte oriente del centro histórico, se localizan el convento y templo de San Francisco y una serie de edificaciones ocupadas por antiguas fábricas textiles, que se ubicaron en el siglo XIX aprovechando la cercanía con el centro y los beneficios del agua del Río de San Francisco, actual Bulevar 5 de Mayo y las aguas del Arroyo de Xonaca.

La región de Puebla queda definida por las estribaciones de los volcanes Popocatepétl e
Iztacíhuatl al oeste, la Sierra Madre oriental al norte, la Mixteca al sur y el pico Orizaba
al este. Se despliega en el valle del Atoyac y de los numerosos afluentes que surgen de
La Malinche, que forman una llanura fértil y profundamente humanizada cuando
llegaron los españoles. Uno de estos afluentes es el río San Francisco, junto al que se
instalaron primero los frailes, en 1525, realizando el primer esfuerzo que facilita la
fundación en la otra ribera. La ciudad se va estructurando rápidamente, sobre todo desde
que se aplica las reglas derivadas de las ordenanzas de 1573.
El espacio urbano se configura de manera dual, sin embargo pronto queda definido el
espacio que hoy identificamos con el Centro Histórico.
Queda bordeada por barrios indígenas, como el Barrio Altos, junto al convento de San
Francisco, o ‘Analco’, que significa al otro lado del río. Al amparo de los conventos y
desde el trabajo en haciendas y casas se produce un lento aunque intenso mestizaje. El
poblamiento, el sistema de caminos y el sistema parcelario, que son los fundamentos
físicos de la humanización de un paisaje territorio
La ciudad de los ángeles es desde su origen un espacio urbano polinuclear y heterogéneo, que incorpora el río San Francisco –entubado en 1961–, espacio característico de las ciudades de fundación rodeadas por barrios indígenas. En Puebla hay una intensa presencia indígena en el entorno, que todavía caracteriza núcleos como Cholula: no deja de asombrarnos la pirámide de Chiconahui Quiahuitl, dios de la lluvia (parece que ya estaba oculta cuando llega Cortés), un cerro hecho a mano, el Tlachihualltepelt, de 450 metros de lado y sobre el que hoy se levanta el templo de la Virgen de los Remedios.
La periferia está ocupada por molinos, fuentes, haciendas, templos…un entorno de ejidos organizado con sentido, donde lo rural penetra en lo urbano. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, la bonanza económica permite una arquitectura relevante. Sobre todo en el siglo XVIII, tras el impulso palafoxiano, donde florece el “barroco poblano”

La ciudad comienza a cambiar durante el Porfiriato, sobre todo a partir de la llegada del
ferrocarril, en 1869 el de México a Veracruz y en 1888 el Transoceánico, con un
trazado de conexión interno al servicio de las primeras fábricas y con un tranvía urbano.
ciudad moderna, que alcanza los 149.000 habitantes en 1940.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

EX HACIENDAS DE AGUASCALIENTES

Ex-haciendas de Aguascalientes:
A pesar de convertirse en Villa en el año de 1575, Aguascalientes no fue un lugar habitable por la inseguridad que ahí reinaba, sin embargo, sus campos se poblaron rápidamente debido al regalo que hizo el rey a los colonos de estancias y en consecuencia del trabajo de sus tierras.
Poco a poco las rusticas viviendas improvisadas que se construyeron para dar techo a los primeros labradores y estancieros, fueron adquiriendo forma y dieron origen a los cascos de las haciendas; más adelante se empezaron a construir las primeras iglesias de algunas haciendas.
Estas bellas fincas contaban con campos de gran riqueza, en los que se cultivaba trigo, maíz, fríjol y chile, entre otros productos. Llamaba mucho la atención que algunas haciendas tenían todo lo necesario para el sustento diario: contaban con zapatero, tejedor de frazadas, carpintero y algunas hasta con escuela.
Estas haciendas resintieron de manera impresionante los estragos de la guerra de Independencia, mismas que fueron abandonadas por sus dueños por el miedo de ser atacados por los pobres. Y fue así como algunas fincas se hundieron en el descuido que las llevo a la decadencia, mientras que otras fueron vendidas al mejor postor.

La ciudad y Estado de Aguascalientes deben su nombre a la existencia de aguas termales que en siglos anteriores brotaban de forma natural y que en la actualidad debido al consumo humano apenas existen. La existencia de aguas termales dio origen a baños para uso general de la población como lo son Antiguos Baños de Ojo Caliente (aún en uso) y Los Arquitos que fue adaptado como centro cultural.
No se tiene mucha certeza de dónde llega el agua caliente pero muchos piensan que es del Eje Neovolcánico o de la parte norte del estado de Michoacán, ambas no son aceptadas por completo porque Aguascalientes se encuentra a mayor altitud sobre el nivel del mar que los estados del sur del Bajío.
Desde finales del siglo XX el agua es bombeada desde depósitos a más de 400 metros de profundidad, sin embargo conserva su temperatura característica, está tan caliente en algunas zonas que la concesionaria local de agua necesita depositarla en inmensos tanques para que se enfríe, pues sus altas temperaturas maltratarían las tuberías y la harían peligrosa para los usuarios.


GASTRONOMÍA
El Estado de Aguascalientes a pesar de ser uno de los más pequeños de la República Mexicana, ofrece al visitante grandes atractivos, tanto naturales como culturales. Sus riquísimos platillos y excelentes vinos de fama internacional, son una muestra de lo mucho que Aguascalientes ofrece al visitante.
El Estado es productor destacado de ajo, chile, alfalfa, maíz, frijol, vid, durazno y guayaba. Su gastronomía es a base de carnes, destacando el menudo, el pozole, birria de barbacoa de carnero en sus modalidades, de la olla y la tatemada. Otro platillo típico de Aguascalientes es el famoso pollo de San Marcos, que se prepara principalmente durante la célebre feria de San Marcos y es a base de frutas de la región.
También son típicos de su cocina las gorditas rellenas, el lechón al horno, el chile aguascalentense y la sopa campesina. Durante tu visita a este Estado, podrás disfrutar también de otros platillos como el puchero, la salsa ranchera, la birria, el mole estilo Aguascalientes, la gallina en salsa envinada, cabrito al horno, los nopales con frijoles, tostadas de cueritos de cerdo en vinagre, taquitos dorados, las famosas enchiladas rojas, la carne ranchera de puerco, el lomo en salsa de chile bola, y saborear un delicioso café.

martes, 14 de septiembre de 2010

LA PIEDRA DEL SOL


LA PIEDRA DEL SOL

El Museo Nacional de México guarda como una de sus más preciadas joyas la Piedra del Sol, el calendario azteca que estuvo religiosamente guardado en la base de la torre occidental de la catedral de México. Estamos en el Nuevo Mundo, separado del viejo conglomerado continental y cultural por inmensos océanos, barrera infranqueable para un tráfico tal que permitiese una interacción cultural entre ambos mundos. Es, pues, lo más probable que si algún contacto hubo entre éstos antes del 12 de octubre de 1492, fuese totalmente esporádico (sostienen algunos historiadores que el mismo Colón había estado en el nuevo continente antes de esa fecha), de modo que era difícil que dejasen huella. Y sin embargo vemos cómo los grandes fenómenos culturales se repiten, entre ellos las prácticas religiosas, políticas y sociales; algunas técnicas incluso, y muchos conocimientos especulativos. Y son precisamente los calendarios y almanaques los que con mayor nitidez nos presentan esta silueta de un espíritu humano que sopla de igual manera en un mundo que en otro, y que nos ofrece en cualquier tiempo y en cualquier lugar un hombre esencialmente igual a sí mismo. Cuando llegó Colón a América, hacía tan sólo 38 años que los aztecas habían reformado su calendario, que era de 365 días, para intercalar el año bisiesto. La historia de los calendarios en el continente americano se parece notablemente a la de los calendarios y almanaques de los conglomerados culturales mediterráneo y asiático. Según los mitos aztecas fue el dios Quetzalcoatl el que enseñó al hombre el calendario, al mismo tiempo que la agricultura, las técnicas y las ciencias. También en las culturas precolombinas de centroamérica, de las que nos quedan numerosas referencias y vestigios, el calendario es la más elaborada expresión de las creencias, conocimientos y costumbres. Leer sus calendarios es como leer en clave sus libros sagrados, sus credos y sus fiestas; es como un escaparate de sus cultos y culturas. son un fiel reflejo de ese esplendor y de esa síntesis cultural. Los mayas del Yucatán, los nahoas y los aztecas son los pueblos cuya cultura se impuso.

domingo, 12 de septiembre de 2010

AGUASCALIENTES

La Feria de Aguascalientes tiene su origen en el año de 1828 y nace con el fin de abrir mercados agrícolas y ganaderos, de las diferentes provincias de la Nueva España en el mes de noviembre, período en el que se escogían las cosechas y se mostraban los productos que proporcionaba la ciudad, pronto ganó lugar entre las más conocidas; en aquel entonces competía con las Ferias de Acapulco, Jalapa y San Juan de los Lagos.
Con la visión progresista de un gobierno empezó todo, en un Parían a medio construir dentro de un predio de 58 por 87 varas de Don Pablo de la Rosa y el préstamo de 8,000 pesos de Don Anastasio Terán y claro, el entusiasmo de comerciantes y la gente buena de Aguascalientes.
A pesar de ser la primera fue un éxito, a tal grado que en los siguientes otoños, se terminó el Parían y se acercó gente de Durango, San Luis Potosí, de Puebla de los Ángeles, del norte, de la capital del país y hasta del extranjero.
El Parían, con sus 130 locales comerciales dentro de sus cuatro portales y su “Plaza del Mercado” interior pronto resultaron insuficientes para recibir a tanto feriante. Y de nuevo un gobierno visionario mudó en 1851 la Feria a su actual sede: El Jardín de San Marcos. Se acomodó la fecha al mes de abril, durante los festejos del Santo Patrono, cuando el parque ofrecía sus mejores aromas y colores para los visitantes.


AGUASCALIENTES


Le llaman la Bonaterra, tierra de cielos límpidos y aguas cristalinas. Y es tierra de “gente buena”, eso se deja sentir. Tal vez se deba a una piedad muy arraigada, incluso entre la gente joven, o tal vez al nivel de vida que gozan en esta región, situada en el corazón de la República.

Aguascalientes es una tierra de nostalgia. añoranza de un pasado que se va, como los trenes que se pierden en el horizonte: esta ciudad bonita se fundó en 1575, muy cerca del Camino Real de la Plata que atravesó México en tiempos de la Colonia, y que dio tanta riqueza a esa parte del país.

El ferrocarril, los merenderos y cenadurías, los relojes, los toros y los gallos, los dulces de guayaba, los deshilados, la balaustrada del jardín de San Marcos, los templos y los artistas (que los hay muchos y muy buenos como se puede ver en el Museo de Arte Contemporáneo) están tan arraigados a Aguas, como la Feria misma, esa que despabila a la ciudad y la hace estremecer hasta las entrañas durante un mes, cada año. Esa que está por cumplir 180 ya y que comenzará este 19 de abril.
En el palacio de gobierno, edificio añejo de muros rojos, sobre la Plaza de Armas, hay 111 arcos mixtilíneos y cinco murales que narran la historia de Aguascalientes. Los pintó un muralista chileno, Oswaldo Barrera, que teniendo a Diego Rivera como maestro imitó su estilo. Los murales narran sin concesiones ese pasado rotundo que tiene el estado: rebeliones chichimecas, el dominio de la religión y del poder, la vindicación de la tierra, las razones de ser.

La melancólica Aguascalientes también celebra a la muerte, festiva, cáustica, insolente y muy a su modo con el festival de calaveras que se lleva a cabo en los últimos días de octubre y los primeros de noviembre. Pero el resto del año hay varias maneras de contagiarse de ese espíritu. Una es en el Museo Nacional de la Muerte, el más grande que existe dedicado sólo a ella.
En la Plaza de las Tres Centurias (Avenida Alameda 301; T. 01(449) 994 2759; martes a domingos de 10 a 21 horas) se rinde homenaje al tren, con tres estaciones de tres siglos distintos. Los aguascalentenses reconocen que es rara la familia que no tenga un pasado ferrocarrilero y sufren por la desaparición del legendario silbato que se escuchaba cientos de kilómetros a la redonda y a partir del cual organizaban su cotidianidad.
El paso del tiempo ya no se mide igual desde entonces. Pero no por eso se desdeñan los relojes de la Empresa Internacional de Relojes que dejó algunos ejemplares preciosos por ahí y por allá. Uno es el reloj taurino que repica con el “Paso doble” de Silverio Pérez, en el hotel Fiesta Americana, y que en tiempos tocaba su campana a las 12 horas —hora que marca la rifa del toro—, a las 15 horas —hora en que el torero se viste de luces—, a las 17 horas —hora en que se parte plaza— y a las 19 horas —cuando termina la corrida—. Otro es el reloj de los Gallos Giro y Colorado, en la Plaza Patria, y que con la tonada de “Pelea de gallos”, de J.S. Garrido, el himno de la Feria de San Marcos, atiza a los espectadores a que hagan sus apuestas. Pero para no dejar cabo suelto y si ya tres relojes marcan tres elementos fundamentales del ser aguascalentense —ferrocarril, toros, gallos—, un cuarto reloj inusual añade la nota religiosa. Se puede apreciar en la torrecita del Templo del Encino, en la cual aparece, tras la apertura de una curiosa puertecita de madera, un Cristo en miniatura que bendice a los fieles.

(revistatravesias.com - n.74)



viernes, 10 de septiembre de 2010

CHOLULA


Cholula Es una apacible localidad, situada a 22 kilómetros al poniente de Puebla. Fundada en 1557, antes de la conquista española fue un gran centro religioso donde era venerado Quetzalcoatl y al que acudían peregrinos de todo el antiguo Anáhuac.
“Cholula” se ha traducido de la lengua náhuatl como “agua que cae en el lugar de huida”. Esto tiene relación con la llegada al valle de grupos toltecas después de su expulsión de Tula alrededor del año 1,000 de nuestra era. Fueron precisamente los toltecas quienes formaron aquí el mayor centro ceremonial del Anáhuac, convirtiendo a Cholula en la “Ciudad Sagrada”.


Uno de los monumentos que caracteriza a esta ciudad es su Gran Pirámide rematada por un santuario dedicado a la Virgen de los Remedios. Con la conquista ésta se convirtió en el símbolo de la superposición de la Iglesia Católica sobre la mayor pirámide del mundo indígena dedicada al Dios Quetzalcóatl.
Se dice que Cholula tiene 365 iglesias, según cuenta la leyenda surgida en la época de la conquista. La ciudad fue llamada la Roma del Anáhuac porque al ser contemplada desde una mezquita se le vió llena de torres y templos, tantos como días tiene el año.


El vestigio arqueológico de Cholula está compuesto por varias pirámides que fueron construidas una encima de otra durante seis siglos en un basamento de 450 metros de lado con una altura de 65 metros ; dos veces mayor que la pirámide del Sol en Teotihuacan, y cuatro veces más grande en volumen que la de Keops, en Egipto.
Se dice que cuando Hernán Cortés llegó a Cholula este vestigio ya estaba oculto.
Aunque los españoles descubrieron tiempo después que en las entrañas de aquel montículo había una pirámide, pensaron que acabar con una obra de tal magnitud era superior a sus fuerzas, por lo que decidieron edificar encima de la pirámide una iglesia, que en 1594 ya estaba dedicada a la virgen de Los Remedios.

En 1931 la pirámide comenzó a explorarse y después de 25 años se perforaron ocho kilómetros de túneles, lo que facilitó el descubrimiento de siete piezas más superpuestas.
Cholula fue una de las principales ciudades mesoamericanas, en ella habitaron diversas culturas y estilos de vida que convergieron en una religión común; esta gran metrópoli fue un lugar por excelencia dedicado a Quetzalcoatl; se dice que gente de tierras lejanas, incluso de Centroamérica, venían al sitio para adorar a tan popular deidad. De igual manera, la complejidad de su arquitectura, la diversidad en rasgos foráneos y su largo desarrollo cultural, hicieron indudablemente que para el periodo Clásico (100 a 900 D.C.) obtuviera el título Tollan que era dado a las principales ciudades del Altiplano Central; Teotihuacan y Tula recibieron también este nombre.

jueves, 9 de septiembre de 2010

PANTEON DE DOLORES


Comprendido muy fuera de los límites de la Ciudad de México de mediados del siglo XIX, el terreno fue adquirido en 1870 por la Sra. Dolores Murrieta de Gayosso, una de las fundadoras de "Eusebio Gayosso y Compañía", empresa con más de 130 años en los servicios funerarios en México, con el afán de crear un panteón de administración particular en base a las Leyes de Reforma, que quitaban a la iglesia el monopolio sobre el Registro Civil y el servicio de panteones y cementerios, en el año de 1872 es adquirido un lote por parte del gobierno federal para crear la Rotonda de los Hombres Ilustres por orden del presidente Sebastián Lerdo de Tejada.
Pero la lejanía del terreno de la ciudad lo hizo una inversión cara y prefirió venderlo en 1874 a la Compañía Benfield Becker quien lo vende al gobierno en 1879,1 cuando se le pone su actual nombre, este panteón permitió el cierre de varios cementerios ubicados en el centro de la ciudad, como el de San Fernando y el de Santa Paula localizado donde hoy se ubica la colonia Guerrero, en la delegación Cuauhtémoc. Siendo abierto al público el 24 de agosto de 1882, año en que fue prolongada una línea de tranvía con tracción animal, que permitía a los habitantes de la ciudad transportar en tranvías especiales a los cadáveres para su entierro.
Como pieza arquitectónica por sus diferentes calles el panteón presenta toda una gama de estilos de construcción en sus tumbas, desde macizas construcciones de granito de finales del siglo XIX, de mármol colado del siglo XX y modernos de acero. En este aspecto la hoy llamada Rotonda de las Personas Ilustres, presenta toda una gama de tumbas con diseño de lo mas variado, siendo la de David Alfaro Siqueiros la que mas llama la atención de Armando Ortega inspirada en la reconocida obra "Prometeo" del maestro Siqueiros.
LEYENDAS -
Alrededor del panteón se han armado muchas historias, varias con tono mítico como el del "Angelito-Diablito" que se presenta a los visitantes saliendo de las tumbas más antiguas, la que gira alrededor de la estatua del "Soldado" ubicada en la tumba del presidente Venustiano Carranza y la del "Charro negro" que se presenta como un doliente ante los descuidados visitantes para luego revelarse como el diablo.
Otras basadas en hechos reales son las que giran alrededor de las pulquerías que se ubicaban en la colonia América frente a la entrada principal, donde antaño se encontraba una plaza de toros y un deposito de tranvías, por lo que para dotar de la tradicional botana a su concurrencia se dotaban de verduras y caracoles cosechados en la parte mas interna del panteón entre las tumbas, aunque por la década de 1870, esa zona aun estaba sin utilizar, otra era el uso de las “Chomas”, el casquete de cráneo que les quedaba a los cuerpos que habían pasado por una necropsia, la cual era limpiada y sellada para servir en ellas el pulque.
Otra son los mitos sobre desaparecidos políticos que eran enterrados en la fosa común, por lo que el descubrimiento en el 2000, por parte de unos estudiantes de una cueva en la barranca norte con cientos de huesos humanos causo alarma en la población, aunque luego se supo que esta es usada como osario por parte de la administración del panteón, cuando debe por ley sacarse los restos de cuerpos tras siete años de inhumación.
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("Este bello cementerio tiene casi cien años y la administración del mismo ha estado desde un inicio, en una sola familia; los Jaurrieta. Es uno de los panteones más grandes de la república Mexicana y también, de Latinoamérica, con un poco más de 200 hectáreas dentro de una de las ciudades más grandes del mundo –la ciudad de México–.
Claro, en un inicio estaba a las afueras de la misma, pero conforme ha avanzado el crecimiento de la mancha urbana, se fue aproximando y hoy, queda dentro a un lado de la segunda sección de Chapultepec.
Sobre la avenida Constituyentes, el Panteón de Dolores tiene autenticas joyas en su haber, y no hablo de uno de los 23 lotes particulares –la Rotonda de los Hombres Ilustres, el lote de las Águilas Caídas del Escuadrón 201, que muy poca gente sabe, pero si murieron algunos soldados, pilotos en aquel contingente que se envió a la guerra del pacifico durante la segunda guerra mundial; el lote alemán, italiano, de los tramoyistas, panaderos, maestros jubilados, etc.– que existen dentro de sus bardas, sino de autenticas bellezas esculpidas en piedra y mármol que datan de décadas anteriores.
Se calcula solamente que el Panteón de Dolores tenga albergados cerca de 6 millones de personas muertas en sus tumba y osarios, aunque usted no lo crea.
Si desea comprar un lote o nicho, en este afamado panteón, se llevaría un chasco, ya que no hay disponibles por parte de la autoridad, pero hay gente que en los periódicos venden su propiedad en tan distinguido lugar, cediendo la perpetuidad a través de un contrato privado de compra – venta.
Así, podrá esperar a que le llamen a cuentas el día del juicio final, en compañía de distinguidos personajes como Mariano Azuela (escritor), Francisco González Bocanegra (autor de la letra del Himno Nacional), David Alfaro Sequeiros o Diego Rivera, pintores; Dolores del Río una de las actrices mas bellas del Mundo, Octavio Paz, escritor diplomático y premio Nóbel de literatura, único que ha dado México, etc.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LOS BARRIOS DE COYOACÁN


Cada uno de los ocho barrios que conforman Coyoacán tiene importantes templos construidos durante la época colonial, donde todos los años el día del santo patrono se celebran fastuosas fiestas pletóricas de ceremonias religiosas, procesiones, música, danzas, juegos mecánicos, fuegos pirotécnicos y la indispensable vendimia. Estos encantadores barrios, actualmente unidos por quebradas calles y angostos callejones, son poseedores de interesantes historias y fabulosas leyendas.

Podríamos imaginar cómo lucían hace menos de un siglo estos peculiares barrios. Empecemos por el barrio de la Concepción con su pequeña plaza de La Conchita y su churrigueresca y bella capilla, vigilada celosamente muy de cerca por la célebre Casa de La Malinche, entre abundantes y límpidos riachuelos nacientes del manantial de Los Camilos, con sus animados lavaderos de ropa, sitio donde proliferaban los ahuehuetes.

Los barrios de San Lucas y San Mateo, surcados por serpenteantes y cantarines arroyuelos, con sus tupidos maizales y amplios llanos para la cría de ganado. El de Santa Catarina con su templo dedicado a Santa Catarina Mártir y su pequeña plaza rodeada -como hasta ahora- de conventos y de grandes mansiones. Los de El Niño Jesús y San Francisco con sus tortuosas callejuelas, montados sobre el negro pedregal -ardiente erupción del Xitle- actualmente separados del centro de Coyoacán por la avenida Miguel A. de Quevedo.
El pequeño y recóndito barrio de San Antonio con su pequeña y misteriosa capilla de San Antonio Panzacola que perteneció a los frailes carmelitas, situada junto al pintoresco puente de piedra sobre el río Magdalena. Por último, el barrio de Churubusco con su histórico Convento de los Dieguinos, al que llegaba la importante calzada de Iztapalapa. Antes de la época colonial este lugar era una pequeña isla que los indígenas llamaron Teopanzolco, punto donde se juntaban la Laguna de México y el Lago de Xochimilco.

Muchos de estos barrios están unidos por la antigua Calle Real, llamada después Santa Catarina, posteriormente Benito Juárez y ahora Francisco Sosa; la que empieza en el puente de Panzacola y termina en la actual plaza Hidalgo. Por largo tiempo fue recorrida por un tranvía que comunicaba al barrio de San Ángel con el de Churubusco; el cual era arrastrado primero por mulas y más tarde impulsado eléctricamente. Otra calle principal que une otros barrios coyoacanenses es la de La Higuera, que comunica la plaza Hidalgo con la plaza de La Conchita.

Al caminar por el antiguo atrio y camposanto del tempo de San Juan Bautista encontramos al frente una sencilla cruz atrial; a la izquierda una gran estatura del cura Miguel Hidalgo, y en su parte posterior la interesante escultura labrada sobre un tronco de árbol llamada la Familia de Antonio Álvarez Portugal y Josué. A un lado está el quiosco, siempre rodeado de palomas.
Al cruzar la calle de Carrillo Puerto, que divide el atrio en dos, se encuentra la bullente fuente de Los Coyotes. La plaza está flanqueada al norte por el edificio que alberga la sede delegacional del Distrito Federal(mal llamado Palacio de Cortés, ya que es posterior a la época colonial y nunca vivió allí el conquistador); al sur, por la imponente construcción del templo de San Juan Bautista; al poniente, por los restos de su portada atrial en piedra labrada, justo enfrente de la calle de Francisco Sosa, donde en medio de gran profusión de postes se esconde la interesante fachada de la casa de Diego de Ordaz.

En los jardines coyoacanenses también podemos adquirir artesanías; comprar los abalorios de chaquira y las muñequitas de trapo que confeccionan diestras manos indígenas; encontrar, en la librería de la plaza, el libro o el disco más reciente, y observar la asombrosa habilidad de los pintores del spray. Junto a la capilla abierta del antiguo templo dominico-franciscano, se exhiben algunas vistosas pinturas, paisajes que oscilan entre arte y artesanía.

A muchos visitantes no les molesta formar una fila con tal de poder saborear las deliciosas nieves y helados o las refrescantes aguas -hechas de jugosas frutas de la estación- que se expenden en las cada vez más numerosas neverías. Algunos prefieren comprar el caldocito esquite y los quemados elotes asados o cocidos, aderezados con crema, mayonesa, jugo de limón, queso rallado, chile en polvo y sal. A otros les gustan más las tradicionales gorditas de la Villa, envueltas en colorido papel de china, Las sabrosas alegrías, aglutinadas con miel de abeja y asperjadas con nueces y pasitas; las obleas de harina, con el exquisito sabor que les da miel y las pepitas de calabaza...

Fuente: México desconocido No. 242 / abril 1997

martes, 7 de septiembre de 2010

LAS HACIENDAS



Tras la conquista de Tenochtitlán y el reparto por la Corona española de tierras de Nueva España, que intentó salvaguardar las tierras indígenas prohibiendo su posesión por los españoles, se produjo una violación sistemática de esta disposición, llegando incluso a concederse mercedes de ganado, por los virreyes, en estas tierras. La creciente demanda interna y externa de productos agrícolas y ganaderos, propició la expansión territorial y económica de las labores y estancias de ganado, y este fenómeno dio origen al surgimiento de la hacienda. La palabra Hacienda aparece usada por primera vez en Nueva España, en la segunda mitad del siglo XVI, en los planos de algunas propiedades de este tipo.
El auge principal de estas construcciones tuvo lugar en el siglo XVIII, especialmente en la zona de Puebla-Tlaxcala, donde aún permanecen más de cien de ellas. Tuvieron un papel muy importante en la historia y economía de Nueva España y, en muchos casos, se especializaron productivamente: ganaderas, azucareras, productoras de añil o de cacao, etc.
En Yucatán, México, son famosas las haciendas henequeneras que cobraron auge en la segunda parte del siglo XIX y principios del XX, porque en en ellas se gestó y desarrolló la agroindustria del henequén que dio impulso económico determinante al estado de Yucatán y a la región peninsular en su conjunto.

Las Haciendas mexicanas, suelen disponer de una Casa Señorial, dispuesta en forma de L o U, alrededor del patio; muy a menudo, estas viviendas señoriales son edificios arquitectónicamente muy relevantes, de buen tamaño, normalmente con dos plantas y
cuidada ornamentación, incluyendo jardines y otros elementos vinculados al lujo. Disponen también de otras edificaciones auxiliares: Las Calpanerías; las Trojes o almacenes de grano y semillas; las Eras, situadas usualmente junto a la troje, normalmente delimitadas por un murete; los Macheros (para los animales de tiro) y Establos (para las vacas), en forma de cobertizo que daba a un patio secundario; los Tinacales, edificios destinados a la producción de pulque; además de los edificios administrativos y la ya citada capilla. Estas haciendas, particularmente las de tipo ganadero, por su extensión, contaban con determinado número de ranchos, pueblos o estancias, donde los vaqueros podían pernoctar debido a que el trabajo de cuidado del ganado (que podía llegar a tener miles de cabezas), que requería la presencia del caporal y sus vaqueros en las llanuras de la propiedad durante varias jornadas.

lunes, 6 de septiembre de 2010

PARROQUIA DE SANTA CATARINA


SANTA CATARINA, UNA DE LAS PARROQUIAS MÁS ANTIGUAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO-

Aún estaba vivo en la memoria de muchos indígenas el recuerdo del sititio impuesto por las tropas de Hernán Cortés a Tenochtitlán entre mayo y agosto de 1.521. Habían transcurrido apenas 15 años de la caída de la antigua ciudad mexica, cuando los primeros pobladores españoles empezaron a planear la construcción de un hospital con una capilla dedicada a Santa Catarina Virgen y Mártir.
LAURO E.ROSELL, señala en su libro (Iglesias y Conventos Coloniales de México- 1.979-), que el 12 de enero de 1.537 el Cabildo autorizó la construcción del hospital y capilla de Santa Catarina Mártir en un solar ubicado en la “acequia puesta de la otra parte del monasterio de Santo Domingo… en el camino que va al Teanguez de Tatelulco”. Es la esquina que hoy forman las calles de Brasil y Nicaragua, en el barrio de Lagunilla, en el centro histórico de la ciudad.
Ambos edificios se inauguraron en 1.538, cuando era obispo de México fray Juan de Zumárraga. 30 años después, en 1.568, por órdenes del entonces obispo fray Alonso de Montúfar, la capilla quedó erigida en parroquia “en virtud de que ya era muy populoso el vecindario que habitaba esa barriada”, convirtiéndose en la tercera parroquia de la ciudad. Este primer edificio ya no existe. Rosell consigna que la capilla se tuvo que reedificar porque se deterioró seriamente con la inundación que sufrió la ciudad en 1.629. La nueva se inauguró el 22 de enero de 1.662. En el siglo XVIII se derribó ésta y se erigió otra más que se abrió el 21 de febrero de 1.740. Según el autor quedó mucho más amplia que la primera, bien decorada y suntuosa: “sólo el altar mayor costó más de 14 mil pesos”.
De acuerdo con información documental de la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de CONACULTA, su fachada “representa un monumento interesante del arte mexicano de 1.680 a 1.690”. Es de estilo barroco sobrio y está labrada en cantera. Tiene dos cuerpos: en el primero está un arco de medio punto que rodea el portón; en el segundo un nicho enmarcado por estípites con la escultura de Santa Catarina, cuya base tiene grabado el año 1.667.