Las soldaderas, indígenas provenientes en su mayoría del campo, formaron parte de los revolucionarios mexicanos y combatieron al lado de los hombres, pero conservando al mismo tiempo sus tareas domésticas. Estas mujeres desempeñaron un papel fundamental en la Revolución Mexicana, como lo escribe Elena Poniatowska, gran escritora mexicana, en su libro Las Soldaderas: “Sin las soldaderas, la Revolución Mexicana no habría existido…”. Numerosas mujeres-soldado ocuparon puestos de primer plano en la acción política e intelectual de la época. Algunas de ellas pagaron su compromiso con duras penas de prisión o incluso con su vida. Algunas grabaron su nombre en la historia como María Pistolas, Petra Ruiz, Carmen Serdán o Hermila Galindo, quien organizó el primer congreso feminista de Yucatán en 1916.
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