En el Virreinato de la Nueva España, a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos, con excepción de los tlaxcaltecas nobles y otros caciques aliados y sus descendientes. Para las labores de ganadería, sin embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en un hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza por lo que a éstos vaqueros se les llamaba "cuerudos".
Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio.
Después de la independencia, proliferaron los hombres "de a caballo" propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su condición de mestizos con rasgos mulatos o indígenas eran conocidos como chinacos mientras que a los empleados de las haciendas se les llamaba simplemente "caporales" y "vaqueros".
Los hacendados ricos gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían adornar con bordados de "pita" proveniente de la fibra del maguey ó con grecas y calados en gamuza.
El general Ignacio Zaragoza en 1861, durante el gobierno de Benito Juárez, crea el primer "Cuerpo de Rurales", que eran auxiliares del ejército así como encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante período de Porfirio Díaz, se caracteriaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos. Eran jinetes muy experimentados y estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las componían el machete, la reata, pistola, carabina de montar y una larga lanza; temibles en el uso de ésta última, se dice que "con el lazo y con la lanza se forjó el Charro"
Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio.
Después de la independencia, proliferaron los hombres "de a caballo" propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su condición de mestizos con rasgos mulatos o indígenas eran conocidos como chinacos mientras que a los empleados de las haciendas se les llamaba simplemente "caporales" y "vaqueros".
Los hacendados ricos gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían adornar con bordados de "pita" proveniente de la fibra del maguey ó con grecas y calados en gamuza.
El general Ignacio Zaragoza en 1861, durante el gobierno de Benito Juárez, crea el primer "Cuerpo de Rurales", que eran auxiliares del ejército así como encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante período de Porfirio Díaz, se caracteriaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos. Eran jinetes muy experimentados y estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las componían el machete, la reata, pistola, carabina de montar y una larga lanza; temibles en el uso de ésta última, se dice que "con el lazo y con la lanza se forjó el Charro"
Para mediados del Siglo XIX, los "de a caballo" en México se enfrentaron en la Guerra de Reforma, los charros de abolengo se acercaron al "Príncipe extranjero" Maximiliano de Habsburgo que buscaba rodearse de ellos para integrarse a México y a sus tradiciones, incluso se le atribuye la modificación al pantalón de Charro. Por otra parte, los Plateados, que eran rancheros acaudalados pero liberales y los chinacos peleaban por la República.
El marqués de Guadalupe Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.
El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General Emiliano Zapata, quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.
Se dice que la charrería se originó en el estados de Jalisco y México, pero es hacia la década de 1930 con la migración del Campo principalmente hacia la Ciudad de México cuando surge la Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.
Cultura y Espectáculo
El Charro cancionero y alegre del cine mexicano no es tan ficticio como sus críticos pretenden, ya que antes de la era de los medios masivos de comunicación, la gente del campo se entretenía haciendo música y bailes, esto es la fuente del folclore.
En México la cultura de la fiesta y de la convivencia, hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y un ente completamente social a diferencia del (parco) aunque también machista vaquero estadounidense.
La influencia de la cultura de la charrería esta presente en el México actual en múltiples expresiones, por ejemplo la palabra lana como sinónimo de dinero ya que esta fibra era distintivo de las clases dominantes en el campo. Expresiones como "no te bajes del caballo" o sea: "no cedas"; o bien el imperativo "picale" (con las espuelas al caballo) para significar "corre" o "apúrate". Este "pícale" también ha derivado en "ándale" con la misma función.
Los cuadros del pintor Ernesto Icaza retratan diversas escenas de charrería en el campo, documentando las costumbres y características de la charrería de finales del Siglo XIX y principios del XX.
En el cine, el charro ha sido tema tan recurrente como el "cow-boy". Algunos de los charros cinematográficos han sido: Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Francisco Avitia entre otros.
Jorge Negrete, el Charro Cantor es considerado el mejor representante del Charro Mexicano en el cine.
Notable por sus brillantes espectáculos ecuestres ha sido Antonio Aguilar posiblemente el último representante genuino del charro en la industria del entretenimiento
Wikipedia.
El marqués de Guadalupe Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.
El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General Emiliano Zapata, quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.
Se dice que la charrería se originó en el estados de Jalisco y México, pero es hacia la década de 1930 con la migración del Campo principalmente hacia la Ciudad de México cuando surge la Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.
Cultura y Espectáculo
El Charro cancionero y alegre del cine mexicano no es tan ficticio como sus críticos pretenden, ya que antes de la era de los medios masivos de comunicación, la gente del campo se entretenía haciendo música y bailes, esto es la fuente del folclore.
En México la cultura de la fiesta y de la convivencia, hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y un ente completamente social a diferencia del (parco) aunque también machista vaquero estadounidense.
La influencia de la cultura de la charrería esta presente en el México actual en múltiples expresiones, por ejemplo la palabra lana como sinónimo de dinero ya que esta fibra era distintivo de las clases dominantes en el campo. Expresiones como "no te bajes del caballo" o sea: "no cedas"; o bien el imperativo "picale" (con las espuelas al caballo) para significar "corre" o "apúrate". Este "pícale" también ha derivado en "ándale" con la misma función.
Los cuadros del pintor Ernesto Icaza retratan diversas escenas de charrería en el campo, documentando las costumbres y características de la charrería de finales del Siglo XIX y principios del XX.
En el cine, el charro ha sido tema tan recurrente como el "cow-boy". Algunos de los charros cinematográficos han sido: Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Francisco Avitia entre otros.
Jorge Negrete, el Charro Cantor es considerado el mejor representante del Charro Mexicano en el cine.
Notable por sus brillantes espectáculos ecuestres ha sido Antonio Aguilar posiblemente el último representante genuino del charro en la industria del entretenimiento
Wikipedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario