El nombre de Talaveras de Puebla se aplica a la loza hecha en aquella ciudad mejicana que lleva una cubierta estannífera y que desde el siglo XVI ha tenido continuidad hasta hoy día.
A la llegada de los españoles se producía en la zona central de lo que después sería Méjico, una cerámica bruñida y pintada con engobes coloreados con minerales o con plantas, en las que dominaba el rojo, y cuyos elementos decorativos estaban sacados de su mitología y leyendas: tal cerámica alcanzó notable nivel técnico, al igual que otras artes de la cultura Mixteca.
A la llegada de los españoles se producía en la zona central de lo que después sería Méjico, una cerámica bruñida y pintada con engobes coloreados con minerales o con plantas, en las que dominaba el rojo, y cuyos elementos decorativos estaban sacados de su mitología y leyendas: tal cerámica alcanzó notable nivel técnico, al igual que otras artes de la cultura Mixteca.
La llegada de los españoles supuso una ruptura con esta tradición, pues los ceramistas de Talavera de la Reina que primero se instalaron allí, aportaron el torno, unos hornos más evolucionados, que alcanzaban mayor temperatura, y sobre todo el recubrimiento de las piezas con óxido de estaño que las impermeabilizaba: todos estos avances técnicos produjeron el abandono de la cerámica tradicional a favor de la estannífera que desde entonces tomó carta
de naturaleza en Puebla.
La ciudad conoció muy pronto un inusitado esplendor, por estar estratégicamente instalada, en una zona de confluencia de rutas. En efecto, allí concurría el comercio procedente de China, por el galeón de Manila que llegaba a Acapulco, y el de España por el galeón de Indias que desde Sevilla llevaba hombres y mercancías a Veracruz. Las ferias de esta ciudad fueron famosas y no es de extrañar que atrajese a comerciantes y artesanos de otros lugares de Europa, como pueden ser los ceramistas ligures.
de naturaleza en Puebla.
La ciudad conoció muy pronto un inusitado esplendor, por estar estratégicamente instalada, en una zona de confluencia de rutas. En efecto, allí concurría el comercio procedente de China, por el galeón de Manila que llegaba a Acapulco, y el de España por el galeón de Indias que desde Sevilla llevaba hombres y mercancías a Veracruz. Las ferias de esta ciudad fueron famosas y no es de extrañar que atrajese a comerciantes y artesanos de otros lugares de Europa, como pueden ser los ceramistas ligures.
Con estas premisas se comprende la amalgama de influencias que recibe la cerámica poblana: la española, con su tradición islámica, la china y la italiana, plasmada unas veces en las formas y otras en las decoraciones.
PUEBLA DE LOS ÁNGELES
La fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles se encuentra registrada en una real cédula firmada por Carlos V e Isabel de Portugal el 18 de enero de 1531. Durante la época colonial fue la segunda ciudad de México, gracias a su situación estratégica entre los puertos de Veracruz y Acapulco, donde confluían las rutas marítimas que conducían hasta el nuevo mundo los productos de España y Oriente. Esta doble influencia dio lugar a una potente tradición alfarera que desplazó las manufacturas prehispánicas.
LOZA COLORADA
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1567), Bernal Díaz del Castillo escribió que Moctezuma II, quien fue el emperador de los aztecas entre 1502 y 1520, comía en “loza colorada de Cholula”. La exposición se abre con una selección de copas, platos, vasos y un recipiente trípode de época prehispánica, procedentes de la zona arqueológica de Cholula, a 7 kilómetros de la ciudad de Puebla. Las más antiguas son del siglo XII, de la cultura Mixteca Puebla. Las más recientes de la época postclásica, realizadas por los mismos años de la llegada de los españoles, en el siglo XVI.
Una de las actividades más famosas del área comprendida entre Cholula y la antigua Cuetlaxcohuapan (la actual ciudad de Puebla) fue la producción de terracotas realizadas y decoradas a mano. Esta tradición fue sustituida por la llegada de nuevas técnicas: el torno y el vidriado blanco de óxido de estaño que, al impermeabilizar la superficie porosa de la arcilla, permitió eliminar el gusto y el olor y evitar enfermedades.
LOS AZULEJOS DE PUEBLA
Los alfareros de Puebla desarrollaron una industria del azulejo que fundía la tradición arábigo-andaluza con los motivos decorativos del cristianismo: todo junto bajo la interpretación particular que hacían los indígenas que trabajaban en las manufacturas. Los dorados suntuosos de las iglesias que transportan hacia el esplendor de los altares, son uno de los elementos más
destacados. En la Ciudad de Puebla patios y fachadas, cúpulas y fondos están recubiertos con azulejos de colores.
museodeamerica.mcu.es
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