miércoles, 5 de enero de 2011

EL CHIHUAHUA PACÍFICO


La mítica línea Chihuahua al Pacífico fue impulsada por algunos visionarios en la etapa de expansión ferroviaria en el mundo, a fines del siglo XIX. Se comenzó entonces su construcción desde Chihuahua en 1872 y en 1907 se creó el pueblo de Creel ya en plena montaña tarahumara, hasta donde llegaron las vías del entonces denominado ferrocarril Kansas City- México y Oriente.

Sin embargo, las extremas dificultades técnicas que suponía atravesar por esa zona la Sierra Madre Occidental, unida a los avatares de la Revolución Mexicana que se desató por entonces y la consiguiente inestabilidad económica que la siguió, llevaron a que casi un siglo después y merced al esfuerzo de la ingeniería mexicana recién pudiera concluirse este fantástico proyecto.
La línea se inauguró en 1961, uniendo finalmente Ojinaga en la frontera con EEUU y el puerto de Topolobambo en el Mar de Cortés. En el tramo Los Mochis-Creel la vía asciende más de 2200 mts, desde casi el nivel del mar hasta 2230 mts en Divisadero y 2238 mts en Creel.
Se encuentran allí la enorme mayoría de los 39 puentes y la totalidad de los 86 túneles que fue necesario construir para salvar los accidentes del terreno.

A BORDO DEL TREN
El viaje comienza antes del amanecer en Los Mochis. Con las últimas horas de la noche, lentamente, la ciudad se va diluyendo en torno a la vía. La lentitud de marcha y el modo como los pobladores se han ido instalando a la vera del espacio ferroviario, permiten al observador atento hacer un análisis casi antropológico sobre los patrones de asentamiento de las poblaciones urbanas en el norte de México.

LA SIERRA MADRE OCCIDENTAL
Al aproximarse el puente del río Fuerte que es el más largo de todos los que se recorrerán durante el trayecto, se produce una verdadera conmoción entre los pasajeros. Es que los conocedores del camino saben que a partir de ese instante comienzan las vistas panorámicas a uno u otro lado del riel, y es el momento en que hay que ganar los espacios laterales junto a cada puerta del vagón que son los únicos sitios que permiten asomarse y obtener fotografías sin la molesta interferencia de los cristales.
Los que padecen de vértigo, a partir de éste puente ya saben a qué atenerse. El tren parece flotar en el vacío, la vista es maravillosa.

TÚNELES Y PUENTES
A partir del puente sobre el río Fuerte, el paisaje cambiará dramáticamente ya que comienza el ascenso de la vía.
El convoy irá trepando las primeras estribaciones de la montaña, intentando aprovechar las pendientes naturales de algunas quebradas o cañadones donde fuera posible, y salvando los accidentes topográficos inevitables mediante túneles y puentes.
Los túneles están numerados en el sentido de la marcha hacia Chihuahua y como iremos descubriendo, algunos tienen sólo unas decenas de metros y los hay hasta de más de un kilómetro de largo.

EL PAISAJE
Al ascender, se irán apreciando claramente las variaciones en la vegetación, entre el chaparral del bajo y los bosques de alta montaña. Se verán árboles de gran porte en la parte baja de los cañadones húmedos y estamentos de cactáceas diversas más arriba.
Algunos sectores estarán totalmente dominados por la presencia de los imponentes cáctus conocidos como "órganos".
Todo el ascenso de la ladera sinaloense de la Sierra Madre Occidental está plagado de paisajes hermosos, que varían a cada instante en virtud del notable recorrido de la vía entre las montañas.

EN CHIHUAHUA
El tren se detendrá en algunos sitios que son poco más que apeaderos. Después de Loreto se cruzará la frontera entre Sinaloa y Chihuahua.
En cercanías de Palo Dulce, que es la primera estación en territorio chihuahuense muy cerca también del límite con Sonora, la vía adopta el cañadón por el que desciende en sentido inverso el río Septentrión, cuya naciente está al sur de San Rafael, ya en las cercanías de la Barranca del Cobre.
Desde aquí, el convoy continuará ascendiendo con este curso de agua siempre a su derecha, por lo que la vista hacia ese lado en general estará privilegiada.

LA ALTA TARAHUMARA
A partir de ese momento el paisaje se modifica radicalmente porque el ascenso alcanza el nivel de los gigantescos pinares que adornan la parte alta de la Sierra Madre Occidental por éstas latitudes.
Las vistas adquieren otro carácter ya que en algunos tramos las ramas casi alcanzan al tren. Los bosques son de encinos, pinos de aguja y cada tanto se observan unos árboles de llamativos troncos rojos y carentes de corteza llamados madroños. También existen otros notables ejemplares de troncos y raíces lisos de color amarillo pálido.

BARRANCAS Y CAÑONES
Para hablar de las cualidades naturales de esta región seria necesario el espacio de un libro, pero podemos acercar algunos datos.
La Tarahumara forma parte de la Sierra Madre Occidental que es un sistema orográfico reciente, de unos 30 millones de años, en comparación con los 100 millones de la Sierra Madre Oriental o los 120 millones de años del Gran Cañón del Colorado.
La Barranca del Cobre, que da nombre a un enorme Parque Natural tiene casi el doble de altura y su superficie es cinco veces mayor que la del famoso Gran Cañón de EEUU. El río Urique corre por ella a una profundidad de hasta 1500 mts y tiene no menos de 80 kms de largo.
Es esta una inmensa región montañosa, muy abrupta, con mesetas que superan los 3000 mts de altitud y gigantescas fracturas por donde circulan los cursos de agua.

Se trata en realidad de un inmenso sistema de barrancas y cañones, las más famosas de las cuales son la Barranca Sinforosa, la de Batopilas y el Cañon de La Bufa, la de Urique, la Del Cobre, el Cañón Tararecua, la Barranca de Chínipas, la de Oteros y la Candameña.
La comunicación entre puntos relativamente cercanos se vuelve aquí sumamente dificultosa.

LA BARRANCA DEL COBRE
Desde este fantástico punto es posible observar la zona en que confluyen el Cañón de Tararécua, la Barranca del Cobre y la Barranca de Urique. La vista abarca una panorámica de más de 160 kms. Es imposible describirla.

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